«En vez de marcharse de la zona, la gente venía a verlo»
Emilio Soto afirma que, en la zona de Gimileo, en algunos momentos pasaron miedo a causa del incendio
De los ochos incendios que este martes llenaron de desasosiego y preocupación distintos puntos de La Rioja, tres están controlados (Mansilla, Gimileo y Fonzaleche) ... después de los trabajos de refresco de los bomberos forestales, bomberos del CEIS y personal de Medio Natural por la mañana, y cinco se dan por extinguidos.
Por tamaño, el de Mansilla es el que más extensión de terreno ha consumido, con 48 hectáreas, mientras que en Gimileo las llamas arrasaron unas 8 hectáreas y en Fonzaleche, una cifra similar, pero todavía sin determinar. Curiosamente, es el fuego entre esta localidad y Treviana el que ha dado una mañana de miércoles con más movimiento, ya que en un pinar se ha producido un pequeño rebrote que ha sido controlado gracias al rápido aviso de un vecino y la presencia de un camión que ha intervenido con presteza para perimetrar una zona de pinar que ya se había visto afectada por el incendio del martes.
Esta mañana han llegado los retenes frescos para sustituir a los que anoche dieron el callo contra el fuego, en un operativo múltiple que movilizó a un centenar de personas, además de contar con la presencia voluntaria de decenas de agricultores que se la jugaron con su maquinaria agrícola para crear cortafuegos en fincas cosechadas.
«Ha sido una puta locura», recordaba Josu Cubillas sobre una jornada que para él duró desde las 18.00 horas hasta las 2.00 sin descanso. El viento que varió al menos en tres ocasiones, primero en dirección sur y luego norte, provocó momentos de pánico. «A un agricultor de Treviana lo llegó a encerrar. Vivió un susto tremendo», rememoraba cobre un fuego voraz: «Hacíamos el límite a veinte metros de las llamas y, cuando volvíamos, estaba a cinco».
En Gimileo los vecinos también comentaban en la mañana de este miércoles lo acontecido. Ante las llamas, voluntad. Decenas de personas se sumaron en una improvisada cadena humana para llevar baldes de agua para tratar de combatir el fuego. «Pero el fuego se nos echaba y lo tuvimos que dejar», aseguraba una vecina.
También hubo momentos de miedo, como cuando las llamas se acercaron a una casa rural que fue desalojada temporalmente, o como cuando los curiosos se acercaban, como espectadores de un espectáculo, a ver el incendio, lo que provocó que algunos caminos no se pudieran transitar. «En vez de marcharse de la zona, venía gente», explicaba Emilio Soto.
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