Hacia una Rioja cálida y sedienta
Las temperaturas máximas de los veranos del último lustro superan en casi dos grados a las de los años ochenta, las mínimas han subido en uno y en un tercio de los días estivales se rebasan los umbrales de riesgo
Los veranos ya no son como antes. Ahora no solo han prolongado su influencia en el calendario, recortando fechas a la primavera y el otoño, ... también es más riguroso, con temperaturas, tanto máximas como mínimas, que se elevan durante todo el periodo estival y establecen puntualmente récords como el de agosto de 2023, en el que se alcanzó el pico histórico con 43,3 grados. Y no hay que irse lejos, acabamos de sufrir el mes de junio más caluroso desde que existen registros (1950), en el que se superó la barrera de los 30º en veintiún días.
Los cinco veranos meteorológicos (de junio a agosto) más calurosos registrados jamás han sido en este siglo, y de ellos, tres muy recientes: 2019 (31,1 grados de máxima media), 2022 (32,9º) y 2024 (31,2º). Las temperaturas máximas de los veranos del último lustro son casi dos grados superiores a la de la década de los ochenta y las mínimas también se han incrementado en torno a uno.
11 personas
habrían fallecido en La Rioja debido a las temperaturas extremas –6 en junio y 5 en julio–, según el sistema de monitorización de la mortalidad diaria por todas las causas (MoMo), elaborado por el Instituto de Salud Carlos III.
Más allá de las temperaturas medias de los veranos, que indican la sostenida tendencia al alza, esas jornadas sofocantes, en las que los termómetros se elevan por encima de lo normal, son cada vez más frecuentes. Un baremo para medir el calor día a día es el umbral de riesgo por altas temperaturas, establecido para 34,5º en la zona de Logroño, tres décimas menos en la ribera y 31,9º en la sierra. Hace unas décadas era poco habitual alcanzar esas cifras, pero ha dejado de serlo, hasta el punto que en algunos veranos más de un tercio de los días han rebasado esas barreras.
En uno de los más calurosos recordados, el de 2003, se superaron los 34,5º en 35 días, pero más incluso, 38, el máximo, fueron en 2022, y cerca quedaron los 32 días de riesgo del año pasado y en este verano, de momento, ya se ha superado el umbral en 10 días.
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«La cosa no pinta bien»
El futuro no pinta bien. Tampoco el presente. De los diez veranos más cálidos de la serie 1961-2025, nueve de ellos pertenecen al siglo XXI, según los registros de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). «El año pasado tuvimos 23,1 grados a nivel de la Península, con una anomalía cálida de un grado; dos olas de calor, una del 23 de julio al 1 de agosto y otra del 4 al 12 de agosto; y seis episodios cálidos –del 3 al 8 de junio, del 2 al 27 de junio, del 4 al 5 de julio, del 18 al 20 de julio y dos más en agosto, del 17 al 24 y del 27 al 28–, detalla Paloma Castro, delegada de la Aemet en La Rioja, quien recuerda que «este verano ya hemos tenido la primera ola de calor, en junio, que por cierto ha sido un junio muy, muy duro, porque ha sido el de máximo calor de la serie. La temperatura media de junio ha sido de 21,4 grados y la anomalía de 3,8 y es la primera vez que nos encontramos con unas anomalías tan cálidas y esto es muy llamativo, porque rebasa todas las recomendaciones de mantener las anomalías cálidas en dos grados como mucho y, de hecho, supera en el 200% los 1,5 grados del Acuerdo de París».

«Junio ha sido muy duro, la anomalía cálida fue de 3,8 grados y esto es muy llamativo»
Paloma Castro Lobera
Delegada de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) en La Rioja
Reacia a hacer augurios, prosigue: «¿Esto quiere decir que este verano va a ser el más cálido? No lo sabemos. Lo que sí sabemos es que junio ha sido extremadamente cálido y que puede haber más olas de calor, que yo diría que fijo que sí, pero no sabemos si van a ser una, dos, tres o cinco como en 2019».
Paloma Castro explica que «el cambio climático se nota en que desde 2007 se están produciendo anomalías rojas, de temperaturas cálidas, cada vez con menos timidez y con más asiduidad, sobre todo desde 2015, con lo que hemos encadenado una serie de casi de diez años y sin casi, porque este verano también será cálido y no hay manera ya de volver a los anomalías frías, ya no tenemos veranos frescos».
La experta, que aclara que «no somos adivinos, pero la tendencia es que el efecto invernadero se está acentuando y el cambio climático es la consecuencia de ese efecto invernadero», recuerda que «algunos divulgadores ya hablan del efecto invernadero 2.0, porque se está llegando a valores prohibitivos, de 450 partes por millón en las mediciones de CO2, lo que ya nos llevaría a esos dos grados más. Eso quiere decir que la cosa no pinta demasiado bien y que hay que preocuparse».

«Ha habido más cambios climáticos, pero como este no. Es un cambio climático antropogénico, creado por el ser humano, y en cuestión de velocidad no tiene precedentes», advierte, por su parte e incluso con mayor rotundidad, Jorge Lorenzo Lacruz, profesor de Geografía de la UR y miembro del grupo de investigación Eusot (Erosión, Usos del Suelo y Ordenación del Territorio) de la Universidad de La Rioja.
Tras explicar que «teníamos la falsa creencia, entre comillas, de que en las últimas décadas en el entorno de la Cuenca Mediterránea estaba lloviendo menos, y muchos trabajos apuntaban en esa dirección, pero hace nada hemos publicado un trabajo en la revista Nature que dice que no está lloviendo menos en el Mediterráneo, no hay una tendencia significativa hacia el descenso de la precipitación si cogemos desde mitad de siglo XIX», el profesor Lorenzo Lacruz advierte de que «aunque no está lloviendo menos, sí está haciendo muchísimo más calor y a la atmósfera le entra más sed; es decir, tiene más capacidad de retener humedad y aumenta su demanda vapotranspirativa, lo que tiene un montón de repercusiones, desde que se nos evapore más agua de los embalses, de las acequias y de los canales, hasta que la vegetación, los bosques, consuman mucha más agua por evapotranspiración».

«En La Rioja, el clima mediterráneo se está extendiendo de este a oeste y eso es muy preocupante»
Jorge Lorenzo Cruz
Profesor de Geografía de la UR
«El agua que cae no llega a los ríos, porque antes de llegar, en lugar de infiltrarse o generar procesos de escorrentía, lo que hace es irse a la atmósfera por evaporación. Se nos están yendo muchísimos hectómetros cúbicos, pero cuando digo muchísimos, son muchísimos, miles de hectómetros cúbicos de agua».
Sequías hidrológicas
¿Este es el escenario dramático hacia el que vamos?. El experto no duda. «Sí y cada vez peor. Todos los modelos climáticos de última generación nos dicen que en la región mediterránea, con el actual volumen de emisiones de gases de efecto invernadero, va a aumentar la temperatura hasta en dos grados para el año 2100 y, además, que parece inequívoco que va a llover menos y que las sequías hidrológicas van a ser mucho más intensas, más frecuentes y más severas».
El profesor Lorenzo Lacruz va incluso más allá en la situación presente y asevera que el clima de La Rioja está cambiando. «Tenemos La Rioja Baja y la zona media con un clima de carácter mediterráneo y La Rioja Alta con un carácter más atlántico. ¿Qué estamos viendo? Pues en la zona mediterránea tradicional una acentuación del carácter mediterráneo del clima, más temperatura, especialmente en verano, y mayor irregularidad en el régimen de precipitación, llueve un poquito menos, los episodios de precipitación están menos repartidos en el tiempo, pero tienen un carácter más torrencial. Mientras, en la parte atlántica, en las cuencas del Oja, Tirón y Najerilla, lo que estamos viendo es que se extienden ahí las condiciones mediterráneas y esa parte de La Rioja que era más húmeda, más fresca en verano y con menores tasas de evapotranspiración, está mutando poco a poco a un clima mediterráneo. Es decir, el clima mediterráneo se está extendiendo de este a oeste en la comunidad y eso es muy preocupante porque significa que vas a tener procesos de evapotranspiración muy acentuados, porque la temperatura está subiendo. De hecho, en estas cuencas hemos visto incrementos de temperatura en solo 50 años de hasta un grado y medio hasta el anual, pero hasta dos grados de calentamiento en verano. Eso es una barbaridad, un calentamiento explosivo».
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