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Así se vivió la tormenta en el recinto ferial de Logroño: «Cayó un árbol encima del puesto; fue muy angustioso»
Los vendedores ambulantes intentaban durante las primeras horas de este jueves salvar algo de material tras el aguacero que destrozó sus carpas y destruyó sus productos
Han pasado ya unas horas desde que la tormenta que sacudió a buena parte de La Rioja pasara como un ciclón por el recinto ... ferial de Logroño y Fabián aún no da crédito a lo ocurrido. Dice que era una tarde normal, en la que se encontraba dentro de su puesto de ropa, bisutería, regalos y niños, atendiendo a la gente y cerrando las últimas ventas de las fiestas de San Bernabé. Pero de repente la tranquilidad se rompió. «En diez minutos, vino un aire fortísimo y un árbol se cayó encima de nuestro puesto; fue muy angustioso», afirma.
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Salieron del puesto y, por fortuna, no sufrieron daños personales. «Hemos salvado la vida», reflexiona horas después de lo ocurrido este padre de familia que, a primera hora de la mañana de este jueves, recogía todo el material que la tormenta había destrozado. En medio de un gran charco de agua asoman juguetes, perritos de esos que funcionan a pilas y que de vez en cuando sueltan un ladrido, y una infinidad de productos que el agua ha echado a perder. Al lado, el árbol que había caído sobre su puesto la tarde anterior continúa siendo testigo de las labores de todos los responsables de los puestos para recoger todo y poner rumbo a sus próximos destinos.
Rodeado de un cordón policial, la magnitud de las ramas representan una muestra fiel de lo que podía haber pasado y, por suerte, se evitó. «Es gigante», resume Fabián antes de explicar que se trata de un árbol plantado dentro del recinto de Las Norias y que no había resistido la fuerza del viento. «Nos quedamos en 'shock'; no sabíamos qué hacer, entre el aire, el viento, la lluvia... Fue una desgracia», sintetiza Fabián justo antes de que su hija Liliana llegue al lugar para ayudar en las labores de recogida del material. «Vaya susto», exclama tras la primera pregunta del periodista. «Escuchamos un 'boom' y nos dimos cuenta de que era un árbol; no pudimos hacer nada y hemos perdido todo lo que estaba expuesto», dice justo antes de pedir a las autoridades que les echen una mano para recuperar al menos una parte de lo perdido o lo pagado por instalarse en el recinto ferial. No en vano, este jueves dejaron Logroño sin la posibilidad de poder quedarse «algún día más» para que «todo se secara».
Como Fabián y su familia son muchos los vendedores ambulantes que aprovechan las primeras horas de la mañana para limpiar sus puestos, achicar agua y recuperar, si es posible, alguno de sus productos. Escoba en mano no logran acabar con los charcos que rodean sus negocios o que, en algún caso, ya ni siquiera están en pie. Eso pasó, por ejemplo, con el de Julio Muñoz, que vende artículos relacionados con el rock. No ha pegado ojo en toda la noche y aún le cuesta recordar todo lo sucedido durante la tormenta. «Vino una corriente repentina y, como vino de atrás y por esa parte no tenía el puesto atado, volcó todo, los hierros se rompieron y todos los productos acabaron por el suelo», rememora. En donde se supone que tendría que estar su puesto, solo queda un hueco y, en el suelo, mucha agua y productos para tirar.
Con el sol ya en el cielo de Logroño, Julio y compañeros de puestos cercanos intentan salvar algo. En una bolsa de plástico un montón de camisetas negras con símbolos de diferentes grupos de rock esperan empapadas poder secarse y, junto a ellas, decenas de láminas (más de doscientas, calcula Julio) destrozadas por la acción del agua aguardan ser recogidas para, seguramente, acabar en un cubo de basura porque resulta imposible recuperarlas para la venta.
Julio va cargando la furgoneta para poner, en cuanto pueda, rumbo a su siguiente destino. «Empecé a recoger anoche cuando cayó la tormenta y aún hoy sigo con ello», expone al tiempo que sus compañeros de los puestos contiguos le ayudan en lo que pueden. Cuando acabe, cogerá su vehículo y se marchara hasta un pueblecito cerca de Calatayud y allí verá que puede salvar y que no para ponerlo a la venta.
No son ni las diez de la mañana y la imagen de gente con escobas achicando agua se repite cada pocos metros. Daniel Loza, que vende láminas de terciopelo, es uno de ellos y, al ser preguntado por lo ocurrido el miércoles, no duda en afirmar que no había vivido nunca algo similar. «Llevo mucho tiempo en las ferias y no había visto en tan poco tiempo tanto viento y lluvia», cuenta. «Nos pilló de sorpresa y eso ha provocado daños en muchos puestos; yo, por ejemplo, también he perdido material», añade.
Loza repite una y otra vez una misma frase: «La calle es así, es imprevisible y no se puede hacer nada». Es como un mantra y se muestra convencido de que saldrán adelante, además de agradecer la ayuda que, en el momento de la tormenta, le prestó una pareja. «Cogieron los hierros por ambos lados del frente, yo lo hice por el costado y así evitamos que todo saliera volando», relata. «Doy gracias a Dios de que no haya habido desgracias personales», concluye. Ese es el mayor alivio que les queda a todos los que vivieron esa tormenta tan inesperada como destructiva en el recinto ferial.
IU acusa al Ayuntamiento de «abandonar» a los feriantes
«Han pasado ya más de 15 horas desde el temporal y el equipo de gobierno municipal no ha comparecido, no ha ofrecido ayuda y, los más grave, ni siquiera se ha acercado a la zona para interesarse por lo ocurrido». Esas son las palabras de Carlos Ollero, diputado regional de IU al referirse a la situación que se está viviendo en el recinto ferial de Logroño tras la tormenta del miércoles por la tarde.
«No es de recibo qu euna sola autoridad haya tenido la decencia de presentarse, hablar con los afectados o plantear soluciones», señala Ollero. «El Ayuntamiento ha dejado tiradas a decenas de familias trabajadoras», ha añadido antes de hacer referencia a las condiciones en las que se halla el propio recinto. «La caída de un árbol sobre un puesto es señal clara de la falta de mantenimiento y de la desprotección que sufren estos espacios; es indignante», ha rematado.
Ollero recuerda para acabar que «los y las feriantes no son comerciantes de segunda» y por ello afirma que «merecen el mismo apoyo que cualquier otro trabajador».
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