La «eterna» historia de amor de Carmen y Begoña
Dos mujeres de 73 años que viven en una residencia de Logroño se casan tras conocerse hace siete años en otro centro
Cuando a Carmen le avisaron de recepción que alguien quería hablar con ella no imaginó que podía ser Begoña. Así empezó su historia de amor. Hace doce años Carmen Hernández (73 años) entró a la residencia de personas mayores de Lardero y, después de un lustro en el que insistió en disponer de una habitación individual, ingresó Begoña Martínez (73). Las miradas empezaron en el desayuno, sin dirigirse la palabra. «Yo me fijaba en su alianza y me preguntaba si estaría casada», recuerda Carmen. También fumaba mucho y se veían, sin hablar, cuando Carmen salía al exterior a encender un cigarrillo. «Dejé de fumar hace un año por ella, porque le molestaba», asegura. Un día llamó el conserje a su habitación. «Bajé a la sala de visitas y allí estaba Begoña. No nos habíamos hablado en un mes y estuvimos dos horas. Desde entonces hemos estado siempre juntas», expone.
«Me sentía sola y ella también estaba sola, por eso nos juntamos», resume Begoña, que es sordomuda, así que Carmen ha tenido que aprender la lengua de signos y a vocalizar bien para poder comunicarse con su pareja. Cada noche de aquella época Begoña acudía a la habitación de Carmen y se sentaban juntas a ver la televisión, hasta que la residencia les ofreció compartir estancia para evitar los tránsitos nocturnos. La misteriosa alianza de Begoña no era de ningún marido ni novio y acabó regalándosela a Carmen. «No me la he quitado desde aquel día», presume. Un fin de semana viajaron a San Sebastián, en un auténtico viaje de enamoradas. «Nos gastamos 800 euros en comer pero con ella no me importa. Lo pasamos muy bien», afirma Carmen.
«Me sentía sola y ella también estaba sola, por eso nos juntamos»
Begoña Martínez
Residente en Seniors La Estrella (Logroño)
Sucedió que en la última Navidad Carmen contrajo el covid por tercera vez, a pesar de estar vacunada, y fue ingresada en el Hospital San Pedro. Las secuelas le provocaron pasar al grado 2 de dependencia, lo que le obligó a cambiar de residencia, así que ahí llegó la primera gran decisión: «Hablé con Begoña, le dije que me tenía que ir y le pregunté: '¿Quieres venir conmigo?' Y me dijo que sí, que ella y yo: eternas». Se trasladaron a una residencia donde les permitían vivir juntas, como pareja, y desde el pasado mes de abril permanecen en Seniors La Estrella de Logroño. Fue allí, después de siete años de relación sentimental, cuando decidieron tomar la segunda gran decisión: casarse. «Begoña no tiene familia ni medios y yo lo que quiero es que, si me pasa algo, ella pueda valerse económicamente. Así que, para hacer el testamento, quise formalizar el matrimonio porque no quiero dejarla sin nada», reconoce Carmen.
Ella, logroñesa que trabajó como dependienta y vigilante de la zona azul, estuvo casada y tiene una hija. «Mi marido, cuando yo tenía 38 años, y me casé a los 20, se fue con una jovencita en vísperas de Navidad, así que desde entonces no quise saber nada de hombres. Mi intención era estar sola», cuenta Carmen, y asegura que, durante su estancia en Lardero, tuvo pretendientes. Begoña, en cambio, natural de Gijón que trabajó en hostelería en San Millán de la Cogolla y ha presidido la Asociación de Personas Sordas de La Rioja, estaba sola aquí.
«¿Te quieres casar conmigo?»
Como en toda historia de amor de película, hubo declaración: «Yo le pregunté: '¿Te quieres casar conmigo, Begoña?'»; rememora Carmen, y Begoña, ahora como entonces, sonríe y asiente. Quién lo diría en pleno siglo XXI pero casarse no fue un camino de rosas, por la burocracia. «La boda fue un sufrimiento continuo porque fue mucho papeleo y necesitábamos testigos para el registro civil», describe Carmen. Varios con los que contaban se les fueron cayendo por diversas circunstancias y tuvieron que aplazar un par de veces el gran día hasta que, por fin, lograron casarse el pasado 21 de noviembre. No invirtieron un gran presupuesto como en una celebración de mucha pompa y boato pero un dinero sí tuvieron que gastar. «En el Ayuntamiento de Villamediana me dijeron que tenía que llevar 300 euros: 100 por la boda y 200 de fianza, por si los invitados marchaban la sala. Lo que me hubiera gastado en cambiarme la boca lo prefiero gastar con Begoña», advierte Carmen. A pesar de lo que costó, y aunque aquel viernes salió muy mal día en lo meteorológico, todo fue bien. «La psicóloga de Lardero nos llevó a Villamediana y nos hizo un reportaje fotográfico y un vídeo precioso», dice ilusionada Carmen.
Todo esto, al margen de lo extraordinario que pueda parecer que dos mujeres mayores que se han conocido en una residencia den el paso y se casen, ellas lo cuentan con naturalidad. Porque, además, supone un refuerzo emocional muy importante para dos personas con discapacidad y dependencia. Más que un viaje de novias, piensan en poder visitar a una amiga en Alcalá de Henares y en alguna «escapadita» a comer fuera «sin gastar mucho porque lo que más me preocupa es el bienestar de ella», confiesa Carmen.
«Begoña no tiene familia ni medios y, si me pasa algo, quiero que ella pueda valerse económicamente»
Carmen Hernández
Residente en Seniors La Estrella (Logroño)
Desde Seniors La Estrella informan de que la relación de sus dos «inseparables» usuarias «rompe estereotipos» y suponen «un ejemplo de libertad, afecto y acompañamiento». En tan buena estima las tienen que el 19 de diciembre celebrarán «con orgullo» su matrimonio. «Afirmamos así nuestro compromiso con el respeto, la dignidad y la plena libertad de cada persona», declara la directora, Lidia Jiménez.
Michael Ende, en 'La historia interminable', escribe que «hay muchas clases de alegría pero todas conducen a una: la alegría de ser amado». Y Carmen y Begoña declaran, sin titubear y con total normalidad, que «somos muy felices las dos aquí». «Nos lo decimos muchas veces: seremos eternas, para toda la vida, siempre juntas», concluyen.
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