
«Este año no voy a coger ni un kilo de uva, con la tormenta ya he vendimiado»
Dani Martínez Pascual, agricultor de Navarrete, no encuentra palabras para definir lo que sucedió en la noche del miércoles. «Fue el apocalipsis», apunta la también viticultora Elena Corzana
Dani Martínez Pascual llegaba el miércoles por la tarde a su casa de Navarrete tras pasar unos días de vacaciones en Port Aventura. «En cuanto vi como se estaba poniendo el cielo», a eso de las ocho de la tarde, «me temí lo peor». Y sus nefastos presagios se confirmaban horas después. La tormenta arrancó de cuajo el viñedo «que estaba precioso y no han quedado ni los sarmientos. Este año no voy a coger ni un kilo de uva».
Sus diez hectáreas entre Navarrete y Hornos de Moncalvillo «ya me las ha vendimiado la tormenta». Pero también es pesimista sobre la cosecha de cereal. «Tengo unas veinte hectáreas y no han quedado ni las cabezas. Podre cosechar para paja, para alimentar a los animales, pero de grano nada de nada». Y los olivos que tiene «a ver cómo recuperan porque un árbol me lo ha arrancado de cuajo».
Ni que decir tiene que Martínez Pascual no había visto, en sus 41 años de vida, un episodio como el de la noche del miércoles. «Porque a veces cuando cae piedra siempres se salva alguna parte, no golpea toda la zona o todo el municipio», relata. Pero en esta ocasión no sucedía eso. «Desde el pantano de Navarrete hacia Medrano y Hornos, toda esa lengua, el destrozo ha sido increíble. Pero si había 35 o 40 centímetros de granizo. No me salen las palabras», explica en declaraciones a Diario LA RIOJA.
Imágenes como en la dana
Más suerte tuvo la viticultora Elena Corzana, también con viñedos en Navarrete. «Dentro de lo que cabe, yo he salvado y creo que igual no tengo que aplicar ni tratamientos. Pero esto ha sido increíble. Yo estaba dentro de la furgoneta en el viñedo y veía correr ríos de agua. Se te pasan por la cabeza imágenes como las que vimos hace meses en Valencia con la dana. Aunque aquí no ha habido que lamentar daños personales», sostiene.
En cuestión de «un minuto», el cielo descargó con una virulencia «jamás vista, al menos por mi parte. Fue como el apocalipsis y a partir de ahí ya nada se podía hacer». Corzana ha pasado casi toda la noche en vela, pensando en el viñedo. «He venido prontito esta mañana y al menos he visto que ha resistido», señala.
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