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Juicio por el crimen de Viniegra de Arriba

La acusada envió un wasap a su hermana con la noticia del crimen: «¿Qué es esto? Sal de ahí ya», le contestó

Según los hermanos de J. S. A., la relación de esta acusada con el también procesado J. A. G. era mala: «Cuando le apetecía la echaba de casa»

Carmen Nevot

Logroño

Martes, 13 de mayo 2025, 11:45

La declaración de los hermanos de la acusada J. S. A., de 47 años, que mantenía una relación sentimental desde hacía unos cinco meses con el también procesado J. A. G., ha protagonizado este martes la cuarta sesión de juicio por el crimen de Viniegra de Arriba que se celebra por el procedimiento del jurado en la Audiencia Provincial de La Rioja desde el pasado jueves.

En la sala de vistas se ha leido la conversación extraída del volcado de los móviles que la encausada mantuvo con su hermana el día 12, justo un día después de que supuestamente los procesado arrojaran a Djafer Bechkat al fondo de una sima para deshacerse de su cadáver. En el cruce de wasaps, J. S. A. le envió una noticia publicada en Diario LA RIOJA ese mismo día con el hallazgo de un cuerpo en la torca de Hoyo Mingo, en Viniegra de Arriba. La hermana le respondió: «¿Qué es esto? No me jodas». «Lo que ves», dijo la acusada. «Sal de ahí ya, hostias», contestó. «Ya no... Lo siento». «k??». «Ya no salgo de ningún sitio... estoy con él».

La hermana ha explicado que la relación que la acusada mantenía con J. A. G. era «mala», «cuando le apetecía la echaba de casa». De hecho, de acuerdo con su versión, la noche del 8 al 9 de agosto, la víspera del asesinato, J. S. A. durmió en Murillo con ella. El día anterior la pareja había regresado de viaje, habían tenido una bronca y «él la echó de casa». El día 9 fueron a recoger las cosas que la procesada tenía en el domicilio de su pareja. Tenía la intención de poner punto y final a la relación sentimental y mudarse sola al piso que la hermana iba a dejar vacío en la calle Torremuña de Logroño en cuanto esta se trasladase a Murillo a vivir. Ese era el proyecto que tenían.

Ese mismo día, sobre las 14.30 o 14.45 horas, la hermana llegó a Murillo, acababa de cerrar la tienda de fruta en la que trabajaba en Logroño. En casa, según su versión, se encontraba J. S. A. Su relato contrasta con los mensajes que ese mismo día y a esa misma hora se cruzaron las hermanas y que también fueron leídos en la sala de vistas. En los wasaps, la testigo le pregunta: «¿Vienes ya o qué?», «Sí, tía, que sólo iba a un sitio, pero se han parado un momento en otro, lo siento, si lo llego a saber no vengo», «No sé para qué te vas con él», «tenía que ir, no me digas nada... que bastante tengo yo, coño».

Preguntada sobre cómo es posible que a la misma hora y el mismo día estuviera con su hermana en el domicilio de Murillo de Río Leza y a la vez estuviera intercambiando mensajes con ella, la testigo ha tratado de explicar que J. S. A. no tenía el teléfono, que no sabía dónde estaba y que cabía la posibilidad de se lo hubiera dejado en el coche de su pareja. En esos momentos el dispositivo móvil de J. S. A., según los repetidores, estaba geolocalizado en Viniegra. ¿Con quién había estado wasapeando? No supo contestar, salvo extender la sospecha de que J. A. G. podía haber estado suplantando su identidad.

Aquel mismo día, siempre según la versión de la hermana, se desplazaron a Alberite a recoger los enseres de la acusada y al llegar, J. A. G. se encontraba en el sofá y «le dijo: 'Me las vas a pagar, hija de puta', yo no dije nada por no montar bronca, porque se iba a ir de allí». También ha comparecido como testigo el hermano de la acusada, quien ha mantenido una versión similar a la que ha ofrecido minutos antes la testigo anterior. Preguntado por cómo era su hermana, ha señalado: «Es una persona normal, una trabajadora, no va matando a nadie por ahí».

Los acusados I. Z. y a J.S.A. se enfrentan a los delitos de asesinato y tenencia ilícita de armas por los que la Fiscalía reclama un pena de 25 años y medio de prisión. J. A. G. encara medio año más de cárcel por un delito contra la seguridad vial por conducir sin puntos en el carné. La acusación pública pide también que paguen una indemnización de 200.000 euros al hijo menor de la víctima, que en el momento de los hechos se encontraba bajo la tutela de la Comunidad Autónoma de La Rioja, y 60.000 euros a cada uno de los progenitores de Djafer. Las defensas, por su parte, piden la absolución de los acusados.

Las defensas piden la absolución de los acusados. En el caso de J. G. A., su abogada señaló al procesado I. Z. como el ejecutor de un crimen en el que su cliente no habría participado ni tendría conocimiento que se iba a producir. El letrado de la acusada J. S. A., pareja del anterior encausado en el momento de los hechos, desvinculó a su clienta del asesinato; mientras que la defensa de I. Z. hizo lo propio con su cliente, quien dijo haber cometido el único error de haber arrojado el cadáver a la torca de Hoyo Mingo y haber sido el «tonto útil».

«A Miguel Ángel Blanco le mataron con un calibre inferior y también le dispararon en la nuca»

En la sesión de este martes también ha comparecido un agente que analizó el proyectil que se quedó alojado en el encéfalo de la víctima. Aunque el arma nunca se encontró, de las medidas del núcleo de plomo y la camisa, los expertos concluyeron que lo más probable es que el arma empleada fuera una 'walker' del calibre 32, «suficiente potencia como para penetrar en el cuerpo humano y causar la muerte». De hecho, ha apuntado, «a Miguel Ángel Blanco le mataron con un calibre inferior y también fue un disparo en la nuca».

En la misma jornada han declarado dos expertas sobre los vestigios de ADN encontrados en varios de los objetos hallados tanto en los contenedores en el municipio soriano de Montenegro de Cameros, supuestamente arrojados por I. Z. la tarde-noche del crimen, como en la zona de la torca y en el vehículo en el que viajaron los acusados J. S. A. y J. A.G. y la víctima hasta el cruce próximo a Montenegro donde le dieron muerte el 9 de agosto de 2022.

El perfil de I. Z. coincidía con el encontrado en una bolsa de plástico de una farmacia de Logroño donde se encontró la piedra con la que presuntamente golpearon a la víctima. También en una zapatilla de pie derecho que pertenecía a Djafer.

El perfil de J. A. G. se localizó en una colilla de cigarro en la sima y el de su pareja sentimental, J. S. A., en la superficie de tiro de apertura de la puerta del vehículo, en uno de los respaldos y en el tirador de inclinación, entre otras ubicaciones.

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