Paco
Con más de un lustro de experiencia tras la barra, Paco ve positivos los cambios
Alicia Fernández de Arcaya
Domingo, 31 de agosto 2025, 08:09
Paco lo tiene claro, la esencia de la calle Laurel no se pierde, tan sólo «se adapta a los nuevos tiempos». Lleva siete años ... en la barra del Bar Lorenzo, popular por la receta mágica que mezcla un pincho moruno con la salsa propia Tío Agus.
Para él, el origen de los cambios se remonta a la pandemia. Un ejemplo es la paulatina pérdida de la costumbre de tirar las servilletas al suelo. «Cuando empecé barríamos todos los días un suelo blanco, ahora la gente es más limpia, desde el covid cuida más la higiene», compara.
También el cobro lo hace cada vez más frecuentemente con tarjeta, y alguna vez le han pedido un cubata que no sirve. «En esta zona de la calle solo vino, en verano triunfa la cerveza, pero es por el calor», aclara.
Llevaban años con el precio paralizado, pero han tenido que subir 30 céntimos el valor del pincho Tío Agus. «Ha subido todo, la luz, el gas, la carne, las especias... Era imposible que siguiera igual», dice, negando que se deba a una subida de la demanda.
«A veces son los de fuera los que se comportan mejor que los de aquí»
Eso sí, no ha tenido sensación de un cambio extraordinario en el público de su bar. «Son los de siempre y los turistas, que viene sobre todo en agosto, cuando más hemos trabajado», reconoce, y distingue una costumbre arraigada entre las nuevas generaciones: «Los jueves se ha establecido que los chavales vengan a la Laurel, es jueves universitario».
Sobre la demonización del turismo, Paco no cree en chivos expiatorios. «A veces son los de fuera los que se comportan mejor que los de aquí», explica, confiado en la bondad de la mayoría. Cuando ha tenido algún problema ha podido recurrir al derecho de admisión, del que echan mano cada vez más, sobre todo para frenar el alboroto de algunas celebraciones como las despedidas de soltero. «Lo normal es que sean respetuosos, y cuando se han podido comportar mal lo primero es pedirles que bajen el tono, si no funciona aprovechamos la normativa de prohibición», concluye.
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