El precio del viñedo sigue en caída: «Sacas uno a la venta y ni te llaman»
La depreciación de la viña hace que el precio del suelo agrícola en La Rioja baje, al revés que en el resto de España
«¿Tiene viñas?» era la pregunta jocosa que hace no demasiados años se hacía a alguien cuando anunciaba un noviazgo o una boda. Ese tener ... viñas se tomaba como sinónimo de prosperidad, de garantía de futuro, de buen partido. Ahora una respuesta afirmativa supone quebraderos de cabeza, desasosiegos e inestabilidad. Porque tener viñas ya no es lo que era y la perspectiva no resulta halagüeña.
La sensación que se transmite en todos los frentes abiertos en la Denominación de Origen Rioja es de crisis generalizada, lo que ha conllevado medidas excepcionales como la más reciente de reducción de rendimientos decretada por el Consejo. Y ese aura de pesadumbre también se percibe en el lugar de donde surge el negocio que ha ayudado a sostener la región: la tierra.
La última estadística de la evolución de los precios medio de la tierra señala a La Rioja como una de las pocas comunidades en la que el pasado año cayó el precio medio de la hectárea de uso agrícola. Fueron apenas 400 euros por hectárea (de 21.934 euros de media a 21.560, la tercera región más cara de España tras Canarias y Murcia) pero que dejan a La Rioja en una situación no comparable con el resto del país. Si el índice de precios medios de tierra ha escalado paulatinamente en España desde 2020 hasta pasar de los 100 puntos básicos a 113,8, en la región ha caído a 99,8. Solo hay dos comunidades en las que la tierra se haya depreciado: Canarias y La Rioja.
La explicación de esta bajada es clara: el viñedo vale menos, especialmente el de regadío, pero no solo en La Rioja, sino en todos los sitios. En el caso de las viñas de regadío el descenso se calcula en un 5,7% menos de media en el país, pero con caídas que superan el 11% en Castilla y León. En La Rioja, durante el curso 2022-2023 el descenso fue del 2,2% y en el 23-24 del 3,5%. De esta forma, se ha llegado a pasar de 47.169 euros la hectárea en 2022 a 44.509. Curiosamente, las labrantías de secano han aguantado mejor y mantienen un valor que, con altibajos, se parece al de 2020: 40.155 euros. Cabe recordar que en Rioja, más allá del terruño, lo que vale es la autorización, el papel, lo que distorsiona el mercado.
Pero todos estos datos son los oficiales. Los oficiosos, los que de verdad importan en el sector, los tratos entre particulares o las ofertas de bodegas, muestran una realidad sin alegrías. «No hay transacciones», resume Ignacio Miguel de Zetastates.es, empresa especializada en la compraventa de viñedos y bodegas. «Antes cuando alguien quería vender una viña rápidamente se hacía entre particulares: había vecinos linderos que se interesaban, bodegas… Eso ha pasado a la historia. Ahora publicitas un viñedo y no llama nadie ni para preguntar el precio», resume Miguel.
Sí se han producido operaciones de bodegas que han adquirido hectáreas interesantes «a precio bajo», pero tampoco son el pan nuestro de cada día. «Se ha comprado a 30.000 euros la hectárea, siempre dependiendo de zona, características… Y hace unos años se pagaba entre 85.000 y 90.000. El que quiere vender ahora sabe que tiene que pasar por el aro», analiza el experto.
Porque Ignacio Miguel recuerda que a veces se confunden dos conceptos muy diferentes: «Una cosa es vender y otra poner a la venta». Después de unos años malos y sin visos de recuperación en el horizonte, muchos agricultores «están tirando de lo ahorrado» para lidiar con el día a día, pero la situación por la corta vendimia que se espera, el aumento de precios y de tratamientos a causa del mildiu y por la incertidumbre constante de los precios no invita al optimismo. Así que, por ahora, el mercado bajista favorece al comprador… si es que se encuentra.
Menos ventas
A este respecto, el Instituto Nacional de Estadística señala que 2024 ha sido el que menos compraventa de fincas rústicas ha registrado en La Rioja desde 2012. En ese año, con los coletazos de la crisis financiera provocada por el estallido de la burbuja inmobiliaria, fueron 1.901 operaciones las firmadas, la mitad de las firmadas en 2007. El pasado año fueron 2.315 las transacciones, casi 300 menos que el curso anterior o un millar menos que en 2009, antes de la irrupción del coronavirus.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión