A la espera de fondos, renovables o de arranques
El campo riojano aguarda actores o decisiones que dinamicen el mercado y desatasquen una situación enquistada
Que las cosas valen lo que quieran dar por ellas es una de las máximas que rige en el libre mercado, un pilar del capitalismo. ... Pero, ¿y cuando nadie quiere esas cosas? Entonces comienzan los problemas. En ese callejón sin salida están muchos viticultores riojanos: han pagado, cuidado y trabajado algo que, durante décadas, les ha dado de comer con altibajos. Pero actualmente todos los indicadores señalan que ya no se esperan altos, sino solo vaguadas, así que el mercado languidece a la espera de un milagro, que en los últimos años en España ha tenido forma de energías renovables o de fondos de inversión.
En el caso de las primeras, su desarrollo ya está bien diseñado en La Rioja y con la Ley del Paisaje no es previsible que sea un factor que tire del suelo hacia arriba, mientras que en otras comunidades los proyectos se firman por decenas de hectáreas, lo que ha impulsado los precios, ya sea en forma de venta o de alquiler a largo plazo.
Tampoco los fondos de inversión parecen demasiado interesados en bodegas. Siempre están con un ojo avizor en busca de oportunidades, pero sus movimientos se centran ahora en la alimentación y en otras regiones, que ofrecen oportunidades latifundistas imposibles en La Rioja. Como explica el 'Informe Cocampo sobre la inversión en suelo rústico en 2024', el agro nacional «ha experimentado un creciente interés por parte de inversores institucionales y empresas extranjeras que ven en la agricultura un sector atractivo por su potencial de rentabilidad a largo plazo». El incremento de la demanda mundial de alimentos y la búsqueda de refugios contra la inflación explican este proceso. Pero el vino no es un alimento y la tendencia de su consumo no es al alza, sino a la baja.
Los inversores están apostando por la alimentación, sobre todo en grandes extensiones que no ofrece La Rioja
Por último, queda el arranque incentivado. Esa herramienta ya está sobre la mesa de Rioja, aunque con distintas sensibilidades (Asaja es partidario y UAGR pide explorar otras medidas para lograr la rentabilidad antes de esa medida). En enero el Consejo contempló una propuesta para finiquitar hasta el 5% del viñedo, aunque esta medida depende de las ayudas públicas europeas, nacionales y regionales. «Hay muchos agricultores que están esperando el arranque porque ven que no se puede vender», analiza Ignacio Miguel.
Esa decisión se sumaría a las ya implantadas de ayudas a la cosecha en verde y a la destilación, que han sacado de las bodegas millones de litros de vino, aunque con un coste superior a los 80 millones de euros y que suponen una solución temporal, un parche, puesto que la viña, mientras se cuide, seguirá produciendo en mayor o menor medida.
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