«Eso no lo hizo mi hijo, lo hizo su enfermedad, maldita su enfermedad», relata la madre del acusado
La progenitora del vecino de Basauri (Vizcaya) que arrolló a seis personas, causando la muerte a una de ellas, rompe a llorar en la sala de vistas: «Pido mil perdones a la familia de Montoya en nombre de mi familia y de mi hijo, y a los lesionados también»
La madre del acusado de arrollar a seis personas causando la muerte a una de ellas ha narrado este martes entre lágrimas cómo vivió el accidente ocurrido la noche del 4 de septiembre de 2023 ... . Su hijo, que vivía en su piso en Basauri (Vizcaya), había regresado de pasar el fin de semana en Barcelona, primero, y después en Bilbao. Al llegar a casa de sus padres, en Leiva, comentó que olía a gas. «Le dije: '¿Cómo va a oler a gas si la bombona está cerrada». «Le vi inquieto, preocupado». Así ha arrancado esta mujer su relato en la segunda jornada de juicio con jurado que se celebra en la Audiencia Provincial por el atropello mortal en el centro de salud de Haro.
El procesado comentó que se iba a dar una vuelta y sus padres decidieron acompañarle. Al comenzar a circular repitió que olía a gas. «Cómo va a oler a gas en el coche, no digas esas cosas», le contestó. «Sí, mamá, porque me quieren matar. ¿Pero quién te va a matar a ti si eres más bueno que el pan? Sí, mamá, me quieren matar, nos quieren matar a todos. Aquello me derrumbó otra vez», ha declarado la madre.
Lo veía inquieto y preocupado. De hecho, en menos de un mes, según ha relatado, había acudido hasta en cuatro ocasiones a pedir ayuda porque «no le veía bien, pero no nos ayudó nadie». Ya había tenido brotes en dos ocasiones anteriores. El primero de ellos, en 2020, era policía municipal en Bilbao, había aprobado las oposiciones hacía poco más de un mes, aunque en aquella ocasión no se lo diagnosticaron. En 2021, tuvo un segundo brote y entonces fue cuando le dijeron que sufría esquizofrenia paranoide. A raíz de la enfermedad, como no podía llevar arma, no pudo continuar trabajando como policía, ni cumplir su deseo de ser ertzaina, ha comentado la madre.
La noche del 4 de septiembre, como no le veía bien, le propuso ir al centro de salud de Haro para que revisaran su medicación y él accedió. Al llegar «había cinco o seis personas de pie, mirando de frente, y mi hijo se asustó mucho porque pensó que eran las personas que nos querían matar, entonces él arremetió, no sabía lo que estaba haciendo, estaba muy asustado, tenía mucho miedo, mucho miedo, pero no nos lo decía para protegernos a nosotros».
«Todo ocurrió muy rápido», ha continuado. Su marido puso el freno de mano, salieron todos del vehículo y, según su versión, tanto el padre como la madre le sujetaron. «Él estaba gritando que el gobierno tenía la culpa de todo esto, que le querían matar, que le querían hacer daño, de todo esto tiene la culpa el gobierno», ha recordado la madre. Mientras tanto ella gritaba que su hijo no estaba bien, que llamaran a los médicos. «Había gente en el lateral que estaba haciendo fotos con el móvil y yo decía: 'Por favor llamad al médico, que mi hijo no está bien'. Yo gritaba».
Preguntada por los brotes que ha sufrido su hijo, ha contado que en la actualidad, estando ya en el centro penitenciario de Logroño por estos hechos, ha tenido que ingresar hasta en dos ocasiones en el hospital San Pedro. En una de ellas, ha narrado que «como tenía la ventana rota, creía que le estaban metiendo gas por ahí».
Antes de concluir ha declarado entre lágrimas: «Eso no lo hizo mi hijo, lo hizo su enfermedad, maldita su enfermedad, no él, él no haría daño a nadie en este mundo». Y ha pedido «mil perdones a la familia de Montoya en nombre de mi familia y de mi hijo, y a los lesionados también. Sé que es difícil de comprender, pero si algún día nos pueden perdonar se lo agradecería mucho».
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En la misma sesión y minutos antes de que declarara la madre, el padre ha comparecido en la sala de vistas y también entre sollozos ha detallado su versión del accidente. «Al llegar al centro de salud -ha dicho llorando amargamente- estábamos a un metro y al ver los chalecos de los sanitarios él pensó que nos iban a matar, aceleró y se los llevó por delante. Me quedé bloqueado totalmente». Acto seguido, el acusado bajó del vehículo y el procesado empezó a gritar que la culpa la tenía el gobierno. «Yo no quería más que viniera alguien y nos echara una mano porque él no hacía más que gritar, estaba fuera de sí».
El día del accidente, el procesado le comentó a su padre que le habían metido un microchip en la cabeza, y días antes, que las pintadas sobre las señales de tráfico y paredes anunciaban su funeral. Por último, al igual que la madre, ha pedido perdón «a todos, no merece mi hijo esto tampoco, no se merece esto nadie».
La sesión de este martes ha continuado con la declaración de la hermana del acusado. Una semana antes del suceso, ha narrado que él le llamó por teléfono porque creía «que iba a empezar con lo mismo porque decía que le estaban siguiendo coches con las lunas tintadas». Ella se lo contó a su madre y al día siguiente, el jueves 31 de agosto, llamaron a la psiquiatra, «le expliqué lo que me había dicho, que creía que tenía problemas psicóticos y que le diera consulta». «Después me llamó la enfermera diciendo que le habían aumentado la medicación, que no nos preocupáramos, que no era tan grave, que nos tendríamos que preocupar siempre que no durmiera».
El mismo día del atropello había viajado con el procesado a Bilbao. Cuando estaban sentados en una terraza, él le comentó que creía que las persianas estaban bajadas porque le iban a matar y ella le contestó que era para que el sol no quemara las cortinas y él me dijo: «Tata, quizá tengas razón, es mi cabeza». En ese instante, aparentemente «se quedó más tranquilo», ha indicado.
En sus últimos minutos de declaración, la hermana del procesado, al igual que habían hecho previamente sus padres, ha pedido perdón a los familiares y a los lesionados, pero también ha tenido palabras para su hermano: «Víctimas hay muchas, sólo se están considerando los lesionados y el fallecido y mis padres también lo son, y mi hermano es víctima de su propia enfermedad, que es peor que un cáncer porque si lo coges a tiempo lo pueden extirpar, pero una enfermedad psiquiátrica no».
La Fiscalía solicita la absolución del autor del atropello mortal en Haro el 4 de septiembre de 2023 al considerar la eximente completa de anomalía o alteración psíquica, aunque sí defiende que se imponga una medida de internamiento «para tratamiento médico en establecimiento adecuado al tipo de anomalía o alteración psíquica con un plazo máximo de 25 años». Las acusaciones particulares reclaman hasta 75 años de cárcel para el procesado y en concreto, la de Manuel Montoya, la víctima mortal, solicita 37 años y medio de prisión.
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