El Gobierno inicia la declaración de la trashumancia como Bien de Interés Cultural
La Dirección General de Cultura justifica que es «una práctica ganadera singular que ha dado origen a saberes y tradiciones característicos», mientras que desde la Asociación de Ganaderos de las Siete Villas reconocen que «ya, los pocos que quedan, al menos en La Rioja, la hacen en camiones»
La Dirección General de Cultura ha iniciado el expediente para declarar la trashumancia Bien de Interés Cultural de carácter inmaterial. «Es una actividad que ha marcado el ritmo, las formas de vida y el paisaje de amplios espacios en la cuenca mediterránea. Una práctica ganadera singular que ha dado origen a saberes y tradiciones característicos condicionados por el peculiar modo de manejo ganadero que representa», expone el expediente. Aunque se reconoce que «desde el punto de vista pecuario no presente la importancia de otros tiempos, es posible encontrar todavía numerosos rebaños que anualmente realizan este ciclo de desplazamientos anuales».
En La Rioja la trashumancia ha dado lugar ya no solo a eventos como la fiestas que se celebran anualmente en Brieva de Cameros y la Venta de Piqueras (Lumbreras), también a leyendas como la que originó la romería de Lomos de Orios. Dicen que hace más de 500 años la virgen de Lomos propició una densa niebla con la que unos pastores que se encomendaron a ella lograron escapar de unos bandoleros y, en gratitud, le dedicaron una ofrenda, la conocida como Caridad Grande. Los pastores también creían que las piritas de Navajún y las piedras de rayo les protegían de los lobos y las tormentas, respectivamente. La trashumancia, además, ha configurado una red de comunicaciones, puesto que se crearon vías pecuarias, como cañadas, por las que los rebaños tienen derecho de paso, que aún se conservan y que en La Rioja suponen 3.741 kilómetros.
El hecho de querer considerar la trashumancia Bien de Interés Cultural se sustenta en la consideración de ser un «hecho de cultura, de civilización» y el carácter inmaterial porque transmite de generación en generación. Anteriormente ya fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en 2023. La trashumancia se desarrolló en todo el sur de Europa y consiste en trasladar el ganado de las dehesas de invierno a las de verano para favorecer el consumo del pasto natural, realizándose en origen a pie, recorriendo cientos de kilómetros, aunque actualmente se realiza, sobre todo, en camiones. Dentro de la trashumancia se distingue la trasterminancia cuando supone menos de 200 kilómetros de desplazamiento y dentro de la misma región. Esto es, por ejemplo, lo que hace el ganadero riojano David Ceballos, quien conduce a su millar de ovejas y cabras de Santo Domingo a Matute.
La pretensión de declarar BIC inmaterial la trashumancia se basa también en la promoción de su investigación, divulgación, conservación y transmisión. Pedro Medel, presidente de la Asociación de Ganaderos de las Siete Villas, explica que no le parece mal la declaración, aunque considera la trashumancia está ya completamente en desuso. «Ya, los pocos que quedan, al menos en La Rioja, la hacen en camiones. Recuerdo, de chaval, salir al camino a ver los rebaños pasar porque los de Viniegra de Arriba paraban en Mansilla», cuenta Pedro Medel, ya jubilado. Y recuerda familias del Alto Najerilla que, antaño, realizaban la trashumancia, como los Serrano, los Espiga, los Ochoa o los 'Mataperros'. «Es más un hecho histórico, ya se realizan dos fiestas al año, pero hace ya mucho tiempo que no se practica», señala Medel.
Para el director general de Cultura, Roberto Iturriaga, «en nuestra región la trashumancia ha tenido una notable presencia a lo largo de la historia, especialmente en las zonas serranas». «Una tradición presente en nuestro carácter, patrimonio, folclore y nuestros paisajes, cuya orografía habla de una forma de ser y vivir que permanece en los riojanos y en una tierra de esfuerzo, La Rioja, que no se entiende sin la trashumancia, tal como puede comprobarse en la música del carillón del Espolón, cuya melodía nos remite precisamente al mundo de la trashumancia», añade Roberto Iturriaga.