Gimileo, un rayo que incendió san Pelayo
Bomberos y agricultores pudieron controlar un fuego que calcinó ocho hectáreas, saltó el Ebro y que, a causa del viento, llegó a acercarse al casco urbano
El santoral explica que a san Pelayo lo martirizaron con unas tenazas. Pero en Gimileo, el martes, fue el fuego la tortura que se ... hizo sentir en el cerro de ese nombre para amedrentar a un vecindario que hasta pasadas las 19.00 horas vivía una tarde de verano tranquila, entre siesta y piscina. Según testigos, fue un rayo el que pudo provocar un incendio que, desde lo alto de la loma, empezó a desbordarse por el cortado que dibujan el Ebro y la vía férrea, en un terreno abrupto y complicado en el que las distintas dotaciones de bomberos tuvieron que dar lo máximo para evitar que siguiera expandiéndose.
Noticia relacionada
El incendio de Gimileo visto desde el aire
Un foco se comió una finca de cereal para acercarse a la localidad, donde se vivieron minutos de angustia en las inmediaciones de las antiguas escuelas, de una casa rural y de una bodega aunque, con la colaboración de los vecinos, esas llamas pudieron ser sofocadas. En estos trabajos de extinción mano a mano también participaron efectivos de la Policía Local de Haro, uno de cuyos agentes tuvo que ser trasladado por inhalación de humo mientras luchaba por impedir que el fuego llegase a una vivienda. En total, ocho hectáreas devoradas.
Este miércoles, junto al mirador hasta el que llegaron las llamas (una barandilla medio comida por el fuego deja fe de dónde se controló el foco), los vecinos evaluaban los daños, algunos con consecuencias evidentes en sus propiedades y otros afortunados, como Jesús López. Un olivar de su propiedad entraba como una quilla de verdor entre los restos calcinados del entorno. «Las llamas tan altas daban miedo. Imagínate cómo eran que saltaron el Ebro», aseguraba aún perplejo. Una barrera natural y húmeda de más de veinte metros que no fue cortafuegos para el foco declarado en san Pelayo. Allí, en Labastida, un camión de bomberos continuaba ejerciendo de centinela por un fuego de apenas unos centenares de metros cuadrados, pero que habla de la voracidad alcanzada por el incendio.
Como en Fonzaleche, los agricultores también sumaron su ayuda desinteresada para controlar la situación. «Por lo menos había dos tractores grandes que hicieron muy buen trabajo», explicaba en la zona Emilio Soto. Ese desempeño y el de los bomberos fueron suficientes para que el susto mayúsculo se quedase en solo eso.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión