Restos del pasado que aparecen con más o menos sorpresa de un Logroño que se fue
Los muros de sillería destapados en la reurbanización de la calle Sagasta no son una excepción; de hecho, los hallazgos arqueológicos son habituales en obras del Casco Antiguo
Sucede con relativa frecuencia, generalmente trascienden más allá de la zona de actuación y, por lo general, siempre que es obra pública suelen darse a conocer. De hecho, y pese a que puede llegar a ser habitual, su hallazgo no deja de ser noticia. La aparición de restos arqueológicos con más o menos sorpresa durante la ejecución de tal o cual proyecto no es excepcional en el Casco Antiguo. Dando lugar a estudios para determinar ante qué estamos exactamente tras su documentación y protección a fin de seguir con los trabajos previstos lo antes posible.
No son pocas las veces en que se sabe que están ahí, si bien se desconoce a ciencia cierta dónde. En otras, sin embargo, lo previsto da lugar al imprevisto, como en el último de los casos acontecido en Logroño: los dos muros de sillería paralelos destapados en la actual reurbanización de la calle Sagasta que desde hace unos días se están estudiando, documentando, geolocalizando y protegiendo según el protocolo del Consejo de Patrimonio y con el visto bueno de la Dirección General de Cultura.
De entrada, se trata de un «edificio construido con sólida sillería, bien planificado», que no se correspondería con un inmueble «doméstico», y «que todo parece indicar que antecede tanto a la habilitación de la calle como tal en 1881 e incluso a la planificación urbanística del Casco Antiguo de Logroño desarrollada desde principios del siglo XVI.
Calle Sagasta
Los dos restos de muros de sillería paralelos, en la zanja abierta en el sentido de la actual vía, 'hablan' de un edificio de más de 10 metros de ancho en sentido este-oeste.
Amós Salvador 1
En 2017 el siglo XVI afloraba en los bajos del edificio en los que se ubicaba 'La Logroñesa de Armas' descubriendo parte de la muralla, del foso y de las cloacas.
IES Sagasta
Primero apareció lo esperado, los restos del antiguo convento de los Carmelitas y parte de la iglesia, en 2019, y posteriormente, ya en 2020, una muralla carlista.
Plaza de abastos
La rehabilitación del mercado de San Blas sacaba a la luz en 2023 restos de las iglesias de San Blas y San Salvador, que ocupaban ese solar y fueron demolidas en 1837.1 /
«Todas las obras en el casco histórico de Logroño incorporan en su cronograma y metodología el correspondiente control arqueológico a pie de obra en atención a la posibilidad de que puedan aparecer restos», explicaba esta misma semana Juan Manuel Tudanca, responsable del mismo en la reforma de Sagasta junto a Carlos López de Calle.
Fruto de dicho control en los últimos años se ha ido dando cuenta de 'apariciones' de restos en obras con las que, en principio, nadie contaba. O sí. Fue en marzo de 2017 cuando el proyecto de adecuación de los bajos de Amós Salvador 1, el centenario inmueble que acogió durante casi un siglo la histórica armería 'La Logroñesa de Armas', hacía aflorar el mismísimo siglo XVI. Un tramo del recinto fortificado, 20 metros de muralla con una profundidad de cuatro, escarpa y contraescarpa del foso de la misma de entre 7 y 9 metros y, he aquí la sorpresa, una conexión con las cloacas del Logroño de antes del asedio.
«No responde tanto a un hallazgo sorpresivo, sino a una búsqueda... la propiedad, después de que durante la consolidación del edificio a base de 'micropilotes' se detectase que había una estructura arqueológica de gran porte, apostó por su excavación, documentación e incorporación al futuro negocio. Buscábamos la muralla, sí, pero la sorpresa ha sido su conexión con el sistema de cloacas y saneamiento –alcantarillado de la época– a falta de determinar si vertía o captaba aguas», explicaba entonces el propio Tudanca, el mismo arqueólogo.
Los descubrimientos, a veces, más que imprevistos responden a una búsqueda. Se documentan, protegen y se sigue con el proyecto
Desde aquello, otras 'sorpresas' se han ido sucediendo, tales como las descubiertas en la reforma integral del IES Sagasta o la actual rehabilitación del mercado de San Blas. Así, respecto a los restos del instituto, primero aparecieron los del antiguo convento de los Carmelitas y parte de la iglesia, en 2019, y posteriormente los de las viejas murallas de la ciudad, ya en 2020.
«Si bien los restos del convento aparecieron cómo y dónde se esperaban, con la muralla hubo más complicaciones... apareció la carlista, luego una en apariencia napoleónica, y tras los estudios supimos que solo hay una, la carlista, que no entra y sale del edificio, como se presuponía, sino que gira dentro del mismo», aclaraba en 2021 el arquitecto Miguel Fernández Rueda, quien explicó que la confusión la provocó una antigua traída de aguas que se dio por muralla sin ser tal.
En cuanto a la plaza de abastos, los actuales trabajos de adecuación y mejora sacaban a la luz en 2023 restos arqueológicos relacionados con las antiguas iglesias de San Blas y San Salvador, que se levantaban en el solar y sus alrededores hasta que fueron demolidas en 1837 con el fin de aprovechar sus sillares para reparar las murallas logroñesas. Así, durante los trabajos de excavación del foso y acceso del sótano para el nuevo ascensor aparecían, por un lado, restos de dos muros de sillería alineados y en paralelo con Hermanos Moroy; y, por el otro, una serie de inhumaciones relacionadas con dichos muros. También surgieron indicios estructurales en paralelo a la calle El Peso.