El siglo XVI aflora en Amós Salvador
Descubren parte de la muralla, el foso y las cloacas en los bajos en los que se ubicaba 'La Logroñesa de Armas'
Javier Campos
Viernes, 31 de marzo 2017, 16:32
Un tramo del recinto fortificado, 20 metros de muralla con una profundidad de cuatro, escarpa y contraescarpa del foso de la misma de entre 7 y 9 metros y, he aquí la sorpresa, una conexión con las cloacas del Logroño de antes incluso del asedio. El proyecto de adecuación de los bajos de Amós Salvador 1, el centenario inmueble que acogió durante casi un siglo la histórica armería 'La Logroñesa de Armas', ha hecho aflorar el mismísimo siglo XVI. Las conclusiones, de momento y según precisan los arqueólogos encargados del proyecto que trabajan codo con codo con Honua Arquitectos, son provisionales tras diez días sobre el terreno.
«No responde tanto a un hallazgo sorpresivo, sino a una búsqueda... la propiedad, después de que durante la consolidación del edificio a base de 'micropilotes' se detectase que había una estructura arqueológica de gran porte, apostó por su excavación, documentación e incorporación al futuro negocio hostelero. Buscábamos la muralla, sí, pero la sorpresa ha sido su conexión con el sistema de cloacas y saneamiento -alcantarillado de la época- a falta de determinar si vertía o captaba aguas», explica Juan Manuel Tudanca.
Tudanca, junto a su compañero Carlos López de Calle, arqueólogos responsables del proyecto, ponen en valor tal 'sorpresa': «Estamos en un punto en el que convergen varios factores: la construcción del recinto fortificado y su imbricación con el desarrollo urbanístico de la ciudad del siglo XVI pues debe conectar necesariamente con el trazado de las cloacas y de las calles. Estamos, además, en un punto arqueológico estratégico que nos permite contextualizar datos que hasta ahora permanecían dispersos».
El trazado de la muralla del siglo XVI es uno de los hitos históricos de la capital, «está bastante bien comprendida», y este tramo «casa como un guante» con lo aparecido hasta ahora. De hecho, estaría relacionado con los restos aparecidos en el entorno de San Bartolomé, aunque hayan sido catalogados en siglos anteriores. «La singularidad es que no son restos aislados e introducen una información cualificada sobre la historia de Logroño y permiten un análisis de conjunto; uno de sus principales valores es que permiten poner en valoración general todo lo que les rodea».
Ya durante la consolidación de la estructura del inmueble hace ahora un año, Diario LA RIOJA informaba de que parte de la cimentación del mismo se asentaba sobre los restos de la muralla que en su día discurría desde la puerta de la Herventia -donde se instala el arco de boj de San Bernabé- hasta la torre, ahora exenta, de San Bartolomé. «La casa es de 1860 y la documentación municipal refleja que ya desde el momento de su construcción el edificio tenía problemas de estabilidad. Y es que se vence al estar encima de un relleno, concretamente el del foso». Se sabía que podía coincidir con la muralla... como así ha sido. «No nos sentimos propietarios de los restos, y nuestra lucha es poder conservarlos y evitar que queden cubiertos por el hormigón», dice la propiedad.