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Las aguas del Urbión corren bajo un túnel de hielo.:: Diego Marín A.

Despierta el Urbión

Tras un invierno de nieves, el deshielo redibuja el paisaje de la montaña y el río en las Viniegras

J. SAINZ / DAVID MARTÍNEZ

Miércoles, 27 de mayo 2020, 10:18

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Hay muchos lugares, pero solo uno se fija a nuestro paisaje interior como un ancla. Cada cual tiene el suyo. En su novela 'Las ocho montañas', Paolo Cognetti reproduce la leyenda nepalí que le cuenta en el valle del Everest un anciano, una especie de Dersu Uzala del Himalaya vendedor ambulante de gallinas para hacer pollo al curry para turistas occidentales: «Nosotros -cuenta el hombrecillo mientras dibuja en el suelo con un palito- decimos que en el centro del mundo hay un monte altísimo, el Sumeru. Alrededor del Sumeru hay ocho montañas y ocho mares. Ese es el mundo para nosotros (...) Y decimos: ¿habrá aprendido más quien ha recorrido las ocho montañas o quien ha llegado a la cumbre del monte Sumeru?»

Arriba, una de las primeras cascadas que forma el Urbión al pie de la cumbre. martínez . A la izquierda, la laguna, helada, bajo Peñas Claras. (Fotos David Martínez). A la derecha, David Martínez, este invierno camino del Urbión, sentado en un poste enterrado en la nieve.: Diego Marín A.
Imagen principal - Arriba, una de las primeras cascadas que forma el Urbión al pie de la cumbre. martínez . A la izquierda, la laguna, helada, bajo Peñas Claras. (Fotos David Martínez). A la derecha, David Martínez, este invierno camino del Urbión, sentado en un poste enterrado en la nieve.:
Imagen secundaria 1 - Arriba, una de las primeras cascadas que forma el Urbión al pie de la cumbre. martínez . A la izquierda, la laguna, helada, bajo Peñas Claras. (Fotos David Martínez). A la derecha, David Martínez, este invierno camino del Urbión, sentado en un poste enterrado en la nieve.:
Imagen secundaria 2 - Arriba, una de las primeras cascadas que forma el Urbión al pie de la cumbre. martínez . A la izquierda, la laguna, helada, bajo Peñas Claras. (Fotos David Martínez). A la derecha, David Martínez, este invierno camino del Urbión, sentado en un poste enterrado en la nieve.:

El Urbión tal y como se muestra ahora, con las últimas nieves, podría ser un Sumeru riojano para muchos montañeros de la zona que, por más que vean otros horizontes remotos y alcancen otras cumbres más altas y célebres, siempre llevarán dentro su pico rocoso, su laguna glaciar y su barranco justo cuando la montaña se convierte en río.

Laguna del Urbión | Viniegra de Abajo

  • Barranco del Urbión Desde Trambosrríos (1.120 m.), en la carretera entre Viniegra de Abajo y de Arriba), hasta la Laguna del Urbión (2.000 m.): cuatro horas de marcha solo de ida (según indicación del cartel)

Quizás sea así para gente como David Martínez, que lo conoce bien y lo recorre en cualquier estación como si cada vez fuera un monte diferente. Ahora que ha quedado atrás «un invierno como los de antes» el paisaje blanco termina por desaparecer. La temperatura y las tormentas de primavera se encargan de deshacer las últimas nieves y el Urbión reaparece con el brío de un cachorro saliendo del letargo de la cueva. El montañero de Viniegra de Abajo (y también medio robreño) muestra en las redes las hermosas fotos que ha tomado en su última excursión a la Laguna de Urbión el pasado fin de semana. «Quedan algunos neveros, pero ya van a durar poco». La espectacularidad de las imágenes lo dice todo, pero además lo escribe en un correo.

El correo de las nieves

«Tras un duro invierno -cuenta David-, especialmente largo y oscuro en los pequeños pueblos del Alto Najerilla, que han vivido el mayor número de días de nieve en lo que llevamos de siglo, al fin mayo parece querer mostrarnos una cara más amable desde el punto de vista meteorológico.

El Urbión y sus tejos. El pico Urbión, la semana pasada con los últimos neveros de la cumbre, y el río pasando junto a los dos tejos casi milenarios. David Martínez

La explosión primaveral es todavía más notoria y agradecida en los picos de Urbión, un rincón de La Rioja que si ya de por sí resulta inhóspito y salvaje, en inviernos crudos como este, que ha dejado espesores de nieve de varios metros en las cotas más altas, se hace prácticamente inaccesible para muchos.

Es por ello que en esta época del año comienza el goteo imparable de excursionistas dispuestos a recorrer las aproximadamente cuatro horas de marcha que, según reza el cartel situado en la carretera que une las dos Viniegras, nos separan de la Laguna de Urbión.

Mapa de la zona.

Tras unos primeros kilómetros llanos y fáciles de andar, el inicialmente angosto valle horadado por las limpias y frías aguas del río Urbión va poco a poco ganando altura y abriéndose paso entre abruptas laderas, a la vez que el sinuoso sendero que nos guía se va progresivamente diluyendo en una alfombra de pastos verdes moteados por diversas especies de setas y flores de alta montaña.

Tras pasar al lado de la pareja de tejos milenarios, cuya imponente silueta custodia este valle desde hace más de novecientos años, el camino se vuelve más exigente y empiezan a aflorar los primeros neveros en zonas orientadas al norte y resguardadas del sol de primavera.

No es hasta alcanzar altitudes cercanas a los dos mil metros cuando se empieza a hacer patente la crudeza del pasado invierno, ya que el último tramo de la ruta es hoy un laberinto de neveros de varios metros de altura y arroyos de agua cristalina que manan desde sus profundidades fruto del deshielo, y que se suceden uno tras otro como si fueran brechas en las praderas que desde hace ya un rato nos sirven de camino.

Alcanzar finalmente la Laguna de Urbión supone regresar por unos instantes a los meses invernales, ya que a día de hoy el paisaje es todavía glaciar, se encuentra helada en toda su superficie y las laderas que se extienden a los pies de las Peñas Claras y la cumbre de Urbión se encuentran aún cubiertas por completo de nieve.

Las rocas que desde tiempos glaciares contemplan la laguna resultan un magnífico balcón en el que sentarse a reponer fuerzas antes de comenzar un descenso que, sorteando de nuevo arroyos, sendas y majadas, nos devolverá a la carretera hasta que el Urbión vuelva a abrirnos sus puertas».

Una reliquia glaciar

Los humedales de la Sierra de Urbión están situados en la cabecera del río del mismo nombre, afluente del Najerilla por su margen derecha. Son un conjunto de diez lagunas de origen glaciar de aguas frías y limpias. La mayor de todas ellas, la Laguna de Urbión, ocupa 2,3 hectáreas y es la única de carácter permanente con características lacustres. La profundidad de sus aguas, transparentes y de una tonalidad azul verdoso, alcanza los siete metros. Las nueve restantes son un conjunto de charcas de menor tamaño y profundidad, más o menos colmatadas y que en algunos casos sólo tienen agua en determinados momentos del año.

En La Rioja , en plena región mediterránea, este conjunto de humedales de alta montaña adquiere un valor extraordinario. Los humedales de Urbión son una reliquia glaciar totalmente aislada desde el punto de vista biogeográfico por su localización en la alta montaña. El ambiente de fuertes contrastes térmicos, y la inaccesibilidad del lugar han contribuido a que se encuentren en un excelente estado de conservación.

Poseen una elevada diversidad de flora y fauna acuática, con especies adaptadas a las condiciones de un ambiente alpino húmedo. Y el aislamiento ha propiciado la existencia de endemismos y de numerosas especies de flora y fauna de las montañas centroeuropeas: el tritón palmeado, el sapo partero y la ranita de san Antón despiertan en el agua.

Es solo ahora, cuando la vida va regresando al Urbión y antes de que abunden los visitantes de buen tiempo, la montaña se hace río, reinventa su horizonte y se convierte en un Sumeru efímero.

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