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Profesor de física del MIT Rainer Weiss, Efe

El Nobel de Física, para los auscultadores del Universo

La Academia sueca galardona los esfuerzos para crear el Observatorio de Interferometría con el que se detectan las ondas gravitacionales

J. Luis Alvarez

Copenhague

Martes, 3 de octubre 2017

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Albert Einstein formuló hace un siglo la existencia de las ondas gravitacionales. El genial científico alemán adujo que las estas ondas eran ondulaciones en el espacio-tiempo, el material del que está hecho el universo. Que viajan a la velocidad de la luz y son producidas por agujeros negros, estrellas de neutrones o supernovas. Una teoría que en 2015 fue comprobada por los estadounidenses Kip S. Thorne, Barry C. Barish y Rainer Weiss, impulsores del Observatorio de Interferometría Láser de Ondas Gravitacionales (LIGO, por sus siglas en inglés).

Ayer, la Real Academia Sueca de las Ciencias distinguió el descubrimiento realizado por a Thorne, Barish y Weiss con el Premio Nobel de Física, galardón que se suma al Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica que recibieron recogerán a finales de este mes en Oviedo de manos del Rey Felipe.

Las ondas gravitacionales son en el universo algo parecido a las ondulaciones que produce una piedra al ser arrojada al agua. Pero, en vez de perturbar la superficie del agua, distorsionan el espacio y el tiempo mientras se propagan. A su paso, acercan y alejan las distancias, y frenan y aceleran el ritmo de los relojes. Aun así, son tan sutiles que ha sido imposible detectarlas hasta ahora, pese a que había muchas pruebas indirectas que estaban ahí, viajando por todo el espacio.

Para comprobar las tesis de Albert Einstein en su teoría general de la relatividad, Rainer Weiss, Kip Thorne y Ronald Drever -fallecido en marzo de este año- promivieron en los años 80 el LIGO. Weiss sentó las bases tecnológicas de los interferómetros y Thorne se encargó de la formación de un grupo de físicos teóricos que analizaron qué fenómenos podían producir estas ondas.

La construcción y mejora del observatorio duró 20 años. Barry Barish lo dirigió entre 1997 y 2006, e impulsó la fundación en 1997 de la Colaboración Científica LIGO, en la que se han integrado investigadores de universidades e instituciones de todo el mundo.

El hallazgo tuvo lugar el 14 de septiembre de 2015. Aquel día los dos detectores de LIGO constataron no una, sino hasta tres veces tales perturbaciones. De la última, todavía quedan reverberaciones originadas hace 1.300 millones de años a causa del choque y posterior fusión de dos agujeros negros que acabaron creando uno solo, de tamaño gigantesco. No en vano, estaba dotado de una masa equivalente a 49 estrellas como el sol. Al fundirse, parte de la masa de los agujeros negros se desintegró en forma de ondas gravitacionales. Estas ondulaciones son inaprensibles cuando llegan a la Tierra, pero los interferómetros de láser de LIGO son capaces de medir cambios de posición equivalentes a la diezmilésima parte del diámetro de un protón, lo que posibilita captar la señal original y esclarecer su origen.

Hasta ahora todos los tipos de radiación electromagnética y de partículas, como rayos cósmicos o neutrinos, se han utilizado para explorar el universo. Sin embargo, las ondas gravitacionales son testimonio directo de las interrupciones en el espacio-tiempo en sí. Esto es algo completamente nuevo y diferente, abriendo mundos no vistos. Una gran cantidad de descubrimientos aguarda a aquellos que logran capturar las olas e interpretar su mensaje.

Los científicos sostienen que el estudio de las ondas gravitacionales permitirá a la humanidad explorar el 95% del universo que los telescopios no pueden ni siquiera atisbar.

Tras conocer el premio, Barish, doctorado en Caltech y profesor emérito de Física, arremetió contra la Administración Trump, por ser «muy anticiencia». «Es una locura que tengamos un país donde depende de qué partido político esté (al mando) para que crea o no en el cambio climático», dijo. Su compañero, Weiss, profesor emérito de Física en el MIT, apuntó que «vivimos en una época en la que el razonamiento racional asociado con la evidencia no está universalmente aceptado y está en peligro, lo cual me preocupa mucho».

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