Patricia Sacristán
La joven riojana debutará vestida de luces y cargada de ilusión hoy en la plaza de Calzadilla, en la provincia de Cáceres
Dice que es la persona más feliz del mundo. Hace seis años se puso delante de una becerra por primera vez. Fue algo que le produjo unas sensaciones que no había tenido nunca ni jugando al fútbol ni a la pelota. Compagina los entrenamientos con los estudios de Guía en el Medio Rural y de Tiempo Libre y hoy, con la mayoría de edad recién alcanzada, la joven riojana cumplirá su sueño de ceñirse el chispeante.
– ¿Cómo surgió el debut?
– Mi escuela taurina, la de Palencia, me seleccionó para participar en el certamen 'La oportunidad Taurina de Cáceres'. Fui al tentadero clasificatorio y me salió una vaca complicada, pero supe responder. Gracias a eso, hace unos días me comunicaron que era una de las clasificadas para la final que es con traje de luces y me llenó de ilusión pero también de responsabilidad.
«Desde el primer día que me puse ante una becerra he recorrido un camino muy bonito lleno de aprendizaje y mucha evolución»
– Ahora la cosa comienza a ponerse seria.
– Sí, pero yo quería dar ese pasito este año. Veía que esta temporada no surgía el debut y que tenía que esperar al año que viene pero salió el cartel y verme ahí es cumplir un sueño. Este año no he tenido muchas oportunidades y esta hay que aprovecharla al máximo.
– ¿Tiene alguna fecha después del debut de luces?
– Creo que habrá que esperar a la próxima temporada, pero nunca se sabe a ciencia cierta. Hasta hace una semana no sabía que iba a debutar de luces y, sin embargo, ya ha llegado el día. Así que espero que mi temporada no se acabe aquí pero si lo hace deseo que sea con buen sabor de boca después de una tarde bonita y, ojalá, que por la puerta grande.
– ¿Le quita el sueño el paso que va a dar?
– Me lo quita pero al mismo tiempo también me lo da. Es un día con el que llevo soñando mucho tiempo y cuando me mandaron el cartel me entró ese hormigueo en la tripa que hace que duermas peor pero al final ya le digo que, por otro lado, me hace seguir soñando con futuras oportunidades.
– Hace seis años que se puso delante de una becerra por primera vez, ¿qué ha sucedido en este tiempo?
– Se me han pasado volando. Desde aquel día me siento una privilegiada y es que hasta hoy he recorrido un camino muy bonito lleno de aprendizaje y de mucha evolución. Del año pasado a este creo que se ha visto mucho cambio tanto en mi toreo como en mi forma de andar en la plaza. Además he vivido muchas cosas que otra profesión no me las daría.
– La evolución también hace que sea consciente de los terrenos que pisa.
– Eso siempre. Cuando uno se pone delante de un animal tiene que guiarse por todo lo que ha entrenado y mejorar cada día. Entonces hay que saber ponerse en ese lugar y a medida que he ido toreando he ido siendo más consciente de lo que te estás jugando y de lo que te tienes que jugar. Al final debes darte cuenta de que tras una novillada tiene que venir otra. Por eso, cada vez que toreo, tengo que dar lo mejor de mí.
– ¿Pasa miedo?
– No. La jornada de antes sí que es cierto que la cabeza a veces es traicionera. Pero cuando llega el día me despierto y dejo el miedo en la cama e intento disfrutar del día desde que me levanto hasta que vuelvo a acostarme. No es miedo. Lo que realmente siento es el peso de la responsabilidad.
– En esta aventura tiene a una persona que siempre ha estado a su lado.
– Sí, mi tío. Sin él nada de esto hubiera sido posible. Ha sido la persona que ha estado conmigo desde el primer minuto. Siempre ha estado, está y pase lo que pase estará. Es una persona muy importante para mí. Entreno a diario con él, es con quien más discuto y con quien más me río. Aprendemos el uno del otro siempre y es mi segundo padre.
– ¿Cuál es el siguiente objetivo que tiene marcado?
– Seguir creciendo como torera, disfrutar cada día y por supuesto poder torear de luces en las ferias de La Rioja.
– ¿Arnedo, por ejemplo?
– Lo dice y me da un escalofrío de la emoción. Sí, podríamos decir que el 'Zapato de plata' de Arnedo es el siguiente objetivo marcado.