Secciones
Servicios
Destacamos
En la vida coexistimos con diversidad de personas que nos aportan, ya sea positiva o negativamente, en nuestras vidas. Estos congéneres nos condicionan y modifican ... haciendo que nos tengamos que adaptar a esa realidad que vivimos y compartimos con ellas. Las hay de todas las tipologías y van entremezclándose con nuestro devenir de mil y una formas. Hay personas que nos acompañan desde la infancia, otras que entraron a formar parte de nuestra vida en la adolescencia, otras con las que se creó un vínculo en la universidad o en nuestras primeras decisiones vitales, algunas se adentraron en nosotros en nuestra experiencia laboral...
Unas entran en nuestras vidas, algunas salen y otras permanecen ya sea en el recuerdo o en nuestro día a día. Y es que, de una u otra manera, hay seres que consiguen crear un espacio propio dentro de tu mente o tu corazón erigiéndose como referentes en alguna faceta vital. En mi caso tengo a mi pareja, a mi hijo, familiares, amistades, hermanos/as scouts, maestras, docentes, compañeras y compañeros de profesión... Las categorías son múltiples, aunque el cargo de referente no lo ostente un grupo tan numeroso de personas. No por demérito del resto, sino porque para cada persona las y los referentes son unas personas contadas ya que, quizás, palien necesidades personales y únicas o alguna aspiración idealista de lo que nos gustaría ser en un mundo utópico donde cada cual, con esfuerzo y dedicación, puede llegar a donde desee. Si echo la vista atrás y pienso en diferentes momentos importantes de mi historia siempre encuentro cerca de mí a alguna de estas personas de las que les hablaba. Porque, a pesar de que nos han enseñado que hay que ser un lobo solitario, la realidad es tozuda y se empeña en mostrarnos que acompañados llegamos más lejos y mejor. La clave parece ser que consiste en refugiarse en personas que te quieren ni mucho ni poco, si no que te quieren bien. Que sus brazos están para sostenerte a ti en una caída o un vaso para brindar por las alegrías de tu vida.
Sin embargo, la vida conlleva complicadas agendas que no nos permiten ver lo importante y queda ensombrecido por lo aparentemente urgente. Seguramente, alguna vez se hayan planteado por qué no hicieron esa llamada, por qué no aceptaron ese café... En ocasiones somos conscientes de lo que supone una persona en tu vida cuando ha emprendido el viaje de no regreso. Y en ese momento tomas consciencia de todo lo que te quedaba por compartir y aprender de la persona que ya no está. Esta columna está dedicada a una persona que me enseñó sin ser la típica docente. Que me transmitió una pasión y vocación por una profesión con una convicción absoluta de nuestro papel como defensores de los derechos de la ciudadanía. En cada conversación conseguía que te creyeras la mejor en lo tuyo, haciéndote sentir que lo que hacías era fantástico, que el aquí y el ahora era lo que importaba. Era una mujer entre un millón.
Esta columna va por ti, Chus. Te echaremos de menos.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.