El estadio entero clamó cuando comenzaron a sonar los primeros acordes de 'Satisfaction', una canción que es mucho más que una canción, es un himno ... generacional. Era increíble ver a los Rolling Stone moverse y cantar sobre el escenario, hace un mes en Chicago, transmitiendo la misma energía que hace 50 años. ¿Quién pensaba en ese momento en que Mick Jagger tiene 76 años?
Se le ve con el equipo de rodaje de su última película por las calles de San Sebastián, se mueve ágil entre los cables, habla con los actores, da instrucciones al cámara. Mientras dirige su nueva película en San Sebatián, una comedia romántica, ¿quién se acordaba entonces de que Woody Allen tiene 83 años?
En la rueda de prensa que Allen dio en el Kursaal dijo: «No me jubilaré, probablemente me muera en un plató, rodando. Me gusta levantarme temprano y me gusta trabajar. La idea de la jubilación me parece absurda».
Se podrían poner muchos más ejemplos de personas que siguen en plena actividad profesional y creativa con más de 65 años. Está claro que no es lo mismo rodar una película que estar ocho horas al día de pie en la caja de un supermercado o estar subido en un andamio, pero cuando uno se jubila para no seguir subido en el andamio, puede hacer otra cosa, desde una afición que no ha podido desarrollar antes por su dedicación al trabajo hasta una actividad solidaria.
Pensaba en todo esto cuando me llegó hace unos días por guasap un vídeo de Antonio Garriges Walker, en el que este personaje -siempre tan interesante- defendía a sus 84 años, al recibir un premio, que hay que mantener siempre la vitalidad, aunque se esté jubilado. Sostiene Garrigues que «la jubilación es un horror y que hay que evitar pensar que la jubilación es agradable».
Y para eso daba una sencilla receta: en primer lugar hay que tener la mentalidad de que podemos aprender siempre algo nuevo, un idioma, a tocar un instrumento, lo que sea, algo que te coloque en una posición casi infantil, la de empezar a aprender desde cero.
En segundo lugar, nunca perder el interés en el sexo. Y en tercer lugar, intentar ser buenos. Ser malo es una necedad. La gente mala no es feliz (y no puedo estar más de acuerdo). La ética no hay que conectarla con grandes sacrificios. La ética es una fuente de felicidad.
Cuenta Garrigues que, cuando le preguntaron: «Pero tú, ¿cuándo vas a jubilarte?», contestó: «Jubilarse es de viejos y no pienso jubilarme nunca». Y es que, en efecto, estar jubilado del trabajo no quiere decir no hacer nada. Pensar en todo esto es además una buena terapia contra el síndrome postvacacional de finales de agosto.
Nunca es tarde para empezar a bailar, para aprender a tocar la guitarra, para hacer esos viajes que nunca pudiste hacer, para estudiar aquello para lo que nunca tuviste tiempo. Podrás dejar el trabajo que venías haciendo pero, ahora que por fin puedes elegir, no se te ocurra dejar de tener actividad ni de hacer algo creativo. Esa es, como la canción de los Rollling, la mayor satisfacción.
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