Bien elegidos y juntos, libros y cuadros decoran, acogen y enjoyan mentalmente. La Casa de Libro, fantasioso bosque de blancas y entintadas hojas ordenadas, utiliza ... esa fórmula; siendo de lamentar que su espacio para cuadros sea reducido. Los pocos que se cuelgan, asistidos por una pantalla de proyección, no permiten una evaluación rigurosa de lo mostrado. Y ahí es donde Naiara Arrieta expone, hasta el 28 de febrero, 'Maestras de ceremonia', mujeres embebecidas en su acicalamiento personal, incursas en insondables fantasías. Verdaderas delicatesen plásticas.
Sería de desear que Naiara se aventurara en exposiciones de mayor fuste, que no se conformase con el marbete de ilustradora, cuando es una artista total. Aúna la pintura tradicional con el dibujo contemporáneo experimental, para alumbrar ilustraciones coloristas, tiernas, poéticas. La acuarela y las técnicas clásicas definen 'la poética' de su trabajo. Sus conocimientos de color digital, maquetación y procederes similares complementan sus proyectos, facilitando el trabajo a la imprenta. Ha volcado su creatividad en prendas que cambian la fisionomía femenina, tazas de cerámica, bolsos de polipiel, calendarios, retratos personalizados. Y hasta ha laborado como ilustradora 'freelance' para agencias de publicidad, programas institucionales y particulares.
Tras tantear aquí y allá con las distintas variantes de su arte, algo que viene a ser el sino de muchos artistas de su generación, aun estando en posesión de la licenciatura en Bellas Artes (en su caso, además, especializada en Ilustración), en su periplo expositivo-recaudatorio, en ese 'abrirse' hacia donde le hacían encargos, trabajó en varias capitales españolas, creó un estudio en Madrid y acabó regresando a Logroño. Quizá por aquello que dicen en mi pueblo: «A casa, grulla, aunque sea con una pata».
Imaginativa, pronta, aguda, 'pepitilla' y 'cacharrera pizpireta', cree que la belleza induce a reflexión. ¿Y la fealdad, a qué? Naiara sería capaz de plasmar la escena en la que el crítico, convertido en rano, no se convirtió en príncipe feliz tras ser besado por una princesa, sino que empeoró su estado. ¿Su fantasía intuitiva sería capaz de dibujar el rostro de la bruja que urdió tal maleficio?
¡Cuán sorpresivo y agridulce don el de la belleza! Lleva aparejado la insaciabilidad constante, la tortura por la ausencia, el empequeñecimiento ante la presencia, el anonadamiento por la mirada. Un don tocable pero inasible que, a fuerza de fascinar, devasta mentalmente cuando falta la correspondencia. Algo que puede imaginarse contemplando las obras de Naiara en las redes sociales. En ellas nos hacen ensoñar y que soñemos... Es tan recomendable.
Con su quehacer plástico, Naira viene a ser como una mariposa que desprende la carata de sus alas para poner color a tanta grisura como hay en el arte contemporáneo.
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