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La plazuela perdida

Para la libertad

Lunes, 8 de septiembre 2025, 21:28

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Escuchando el debate sobre las palabras de un cantante, en alguna de sus actuaciones, que se atrevió a decir que odiaba a los rojos, llamó ... mi atención la facilidad con que se pedía tomar medidas contra los excesos verbales de dicho intérprete. Lo de menos fue contra quien iban dirigidas sus palabras –habría sido lo mismo si, en vez de los rojos, los odiados hubiesen sido los azules–, me resultó llamativo que varias intervenciones iban en la dirección de presionar con castigos económicos, como no contratarle, para escarmentar su audacia verbal que, evidentemente, no es de alabar. El polémico asunto me llevó a reflexionar sobre la libertad, tanto sobre la libertad de palabra como sobre la libertad de obra. La libertad de pensamiento, afortunadamente, no puede estar sujeta a ninguna restricción, aunque mi amigo Clodoaldo, que es de natural filosófico y se enzarza en polémicas y discusiones consigo mismo, dice que el enemigo –él siempre habla del enemigo, pero nunca aclara quién es– ha conseguido que censuremos nuestro propio pensamiento.

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