Plegarias desatendidas
La Filmoteca Rafael Azcona programa las primeras proyecciones del mes de junio escarbando en la espiritualidad religiosa del ser humano enfrentando al hombre a conflictos ... y dilemas de pronunciado calado. A partir de las 19.30 horas y en la sala Gonzalo de Berceo pase de la película 'Silencio' (2016), de Martin Scorsese, única pieza del ciclo 'Scorsese y la fe'.
Un tema espinoso bajo la cobertura del cristianismo que el cineasta norteamericano había abordado, no sin una feroz polémica, en uno de sus trabajos más controvertidos, 'La última tentación de Cristo' (1988). Una obra tachada de escandalosa que exploraba, con una imaginería visual y estética de registro naturalista, las dudas del compromiso salvador de Jesús (Willem Dafoe). Titubeos que brotan en pleno martirio y mostrando la figura mesiánica cercana a un perfil terrenal, escuchando su vacilación mientras soporta una agonía sádica.
Ahora, en 'Silencio', un largometraje dedicado a los cristianos japoneses y a los sacerdotes, Scorsese acomete una reflexión acerca de la fortaleza interior para mantener inquebrantable la fe cristiana. La novela homónima de Shusaku Endo le proporciona una base sólida y junto al guionista Jay Cocks elabora un relato ambientado a mediados del siglo XVII sobre las enormes dificultades que encontraron en Japón religiosos jesuitas para ejercer su labor misionera.
Dos sacerdotes portugueses, Rodrigues (Andrew Garfield) y Garrpe (Adam Driver), se adentran en un territorio hostil dominado por gobernadores/inquisidores con la intención de encontrar al padre Ferreira (Liam Neeson) y averiguar si el juramento de renuncia al cristianismo que ha escrito es de su puño y letra o un texto apócrifo.
Emprenden una aventura, pautada por la voz en off de Rodrigues, repleta de peligros, infortunios atroces y las torturas más inclementes. Soportarán agravios y finalmente se verán obligados a apostatar de sus creencias.
En condiciones adversas y sometidos a pruebas horribles, observarán la brutalidad local hacia la pequeña comunidad cristiana residente en la zona. Los insoportables castigos padecidos les debilitarán. Es entonces cuando cuestionarán el silencio de un Dios ajeno a los gritos de angustia y al devastador suplicio.
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