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Tribuna

Solo quiero oír hablar de ti

Sagasta pronto descubrió que su ambición iba más allá de coser el nuevo Estado liberal español con carreteras y puentes: quiso gobernar, y lo consiguió

Javier Zúñiga Crespo

Historiador e investigador de la Universidad de la Rioja

Martes, 25 de noviembre 2025, 22:08

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Suena la banda sonora de Ennio Morricone. El viejo Alfredo suplica a Totó que abandone el pequeño pueblo siciliano de Giancaldo sin mirar atrás. «Eres ... joven, el mundo es tuyo», le espeta. Totó —ya un Salvatore adulto— se resiste. «No quiero oírte más, solo quiero oír hablar de ti», remata Alfredo, casi desesperado. Torrecilla en Cameros no es el Giancaldo de Cinema Paradiso, ni la entonces provincia de Logroño se parece a aquella Sicilia que Alfredo tildaba de «tierra maldita». Pero el arquetipo del joven prometedor que sale de una pequeña localidad —la Torrecilla de comienzos del XIX no superaba los dos mil habitantes— para cumplir su sueño, Sagasta lo encarna de sobra.

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