Mujeres en el Arte en La Rioja vuelve para saldar una deuda con algunas pertenecientes a diversos ámbitos artísticos, cuyos trabajos omitieron los carcundas. Trata ... de que sean rescatadas, de crear un discurso propio. Aunque la forma óptima de concordar con el leitmotiv de este IX Festival sea leer 'Pintoras', presentado en el Würth por su autora, Sara Rubayo.
Durante marzo y abril se invita a apoyar la llamada «sobre el problema de desigualdad existente entre hombres y mujeres». Pero, aun con ese 'empujoncito', la mayoría de ellas seguirá en el ostracismo de su mediocridad; iluminado, eso sí, por los destellos de estos días de gloria. A quien redacta los laudatorios panfletos le vendría bien leer 'Arte y feminismo. Entre la cuota y el chantaje' de Avelina Lésper.
En 'Ariznavarreta inédita', que ofrece el Centro Cultural Caja Rioja La Merced hasta el 19 de marzo, su autora, licenciada en Bellas Artes y exprofesora de la Escuela de Artes de Logroño y del Instituto Sagasta, nos enseña su colección particular, donde hilvana la entretela del alma paisajística de varias generaciones de riojanos. Sus lienzos nos hacen lamentar que no siga en el manejo de los pinceles; e intuir que le han quedado imágenes por plasmar, deleites que proporcionar. ¿Qué es la vida sino un permanente quedarse con ganas?
Obras que fue pintando en periodos vacacionales, porque, durante el curso, para ella lo primero era que el alumnado entendiera y supiera; inculcarle disciplina, orden, entrega. Y porque nunca creyó estar genialmente dotada de características relacionadas con la creación (campo de visión, imaginación, capacidad de manejar composiciones abstractas y tridimensionales, detectables en los genes). Porque el gen de la genialidad no existe; aunque sí algunos relacionados con el color, vinculados al cromosoma X.
Sin embargo, muchas artistas de hoy creen poseer el gen de la genialidad, y el de la genitalidad. Una imagen de Satisfyer –instrumento de sonrosado y mullido hociquito, que aplicado 'in situ' con ahínco procura orgasmos olímpicos– me la enviaba la artista Barbi Rosa embocado a la colilla de un cigarrillo a modo de 'instalación'.
Volviendo al arte, la obra de Ariznavarreta dio para 4 exposiciones individuales y 50 colectivas, con obras entre realistas, impresionistas y cubistas, de temas paisajísticos y de contenido social, para hacernos pensar, sentir, disfrutar y descubrir algo en nosotros mismos. De ahí que se dedicase más a estudiar el color y sus goces que a las formas abstractas. Y a pensar la pintura. Exposición que, por gozadera y variada (también expone barros y bronces), resulta recomendabilísima.
Ahora que ya no pinta, sospecho que el refranero le sarpulle: «Mudar de costumbres, gran pesadumbre». De ahí que siempre tenga un lápiz a mano para dibujar sobre cualquier superficie.
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