En mitad de ninguna parte. Cuando bajó del autobús me dijo que le había gustado mucho el viaje porque se había sentido como cuando tenía ... veinte años y el tiempo se detenía durante el trayecto, en este caso cinco horas desde Madrid a Logroño. Lógicamente, pensé que era una ironía de aquel conferenciante, pero su tono era muy serio y no esbozó siquiera una sonrisa. Ironía o no, se me quedó grabado lo de que La Rioja estaba en mitad de ninguna parte.
Ahora que estoy viviendo en Madrid sufro lo mal comunicada que está nuestra tierra. Si quieres ir un día a ver a la familia o a los amigos, necesitas otro para volver. Y eso que nuestro país está pensado para comunicarse desde Madrid. No digo nada si tienes que desplazarte desde algún otro sitio que no sea el norte cercano a nuestra tierra. Todavía valoro más la actividad de los empresarios de La Rioja, porque sacar adelante un negocio con estas comunicaciones es algo heroico. Es, sin duda, el mayor reto que tenemos.
Hace unos días vi una foto en este nuestro periódico en el que aparecían representantes de catorce asociaciones de Logroño. Al ver la foto pensé «seguro que reivindican mejores comunicaciones para nuestra ciudad». Pero no, no era por eso. ¡La protesta era por las fechas de las fiestas!
Unas páginas más adelante un titular decía «la oposición califica de 'inadmisible' la situación». Pensé que, por fin, alguien se ocupaba de las infraestructuras. Pero no, tampoco, lo de inadmisible se refería a las fechas de las fiestas. Ese es el gran problema que tenemos.
Ni la mejora de nuestro sistema educativo, ni la complicada situación de nuestros agricultores, ni la despoblación irremediable de muchos de nuestros municipios, ni las listas de espera en sanidad, ni la dificultad de los jóvenes para acceder a una vivienda, ni la fuga de talento en nuestra comunidad, ni los sueldos de miseria de nuestros jóvenes universitarios. Nada de eso. El principal problema que tenemos son las fechas de las fiestas de San Mateo.
Todos los días, en la sección del Teléfono del lector aparecen llamadas quejándose de las fechas de las fiestas de San Mateo. Todos los días. «Una barbaridad», se titulaba una de ellas. Pensé que por fin una lector de hacía eco del grave problema de nuestras comunicaciones. Pero no. La llamada se refería a «la barbaridad» por la reducción de las fiestas de San Mateo a cinco días«. Y seguía: «El que no quiera fiestas que no salga de casa, pero la mayoría de la población queremos fiesta, incluidos los chavales». Y proponía, como reacción, que nadie acudiera al disparo del cohete del día 20 de septiembre.
Me encantan las fiestas, me lo paso genial en San Mateo, pero creo que nos iría mejor si nos dedicáramos a reivindicar soluciones a los auténticos problemas de La Rioja en lugar de concentrar nuestras energías en las fechas de las fiestas, en el número de conciertos en el Ayuntamiento y en el incremento de las degustaciones. En fin, como explica mi santo, esto ya lo resumieron muy bien los romanos hace dos mil años: pan y circo.
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