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Cuando Lars von Trier llegó con 'Melancolía' hacía tiempo que teníamos la nuestra, la de Camilo Sesto. Aunque se llamara 'Vivir así es morir de amor' (compuesta por él). Aunque pudiera parecer anticuada, lo anticuado era Von Triers. En 'Notas sobre el camp', Susan Sontag decía que el camp era una seriedad que fracasa. El preciosismo y dramatismo del director danés fracasaban en su profundidad.

Todo el mundo se sabe 'Vivir así es morir de amor'. ¿La Constitución? En un examen de españolidad deberían preguntar esa letra. Además, es del 78. Mucha gente escribe y dice Isabel Presley, como el Rey, y mucha gente escribe y dice Camilo Sexto, como si fuera papa. En su época buena estaba por encima de los demás. Quizá por debajo de Raphael y Julio Iglesias pero por encima de aquellos niñatos a los que gritaban unas feas en 'Aplauso'. Incluido Miguel Bosé, al que apadrinó. O el guapérrimo Miguel Gallardo. Quiero decir los Pecos, Iván, Pedro Marín. Todo ese material. Camilo Sesto cantaba al volante de su propio pelo, poco pero largo, y con camisas de flores. Luego se hizo Jesucristo Superstar. Pagando él. Todavía tengo la caja como de lujo en la que venían las cintas que poníamos una y otra vez en el coche de mi madre. Pero no éramos fans de Camilo Sesto, faltaría más. Eso era de perullas. Aunque nos supiéramos de memoria el musical.

Tuvo muchas novias. Lo podrían haber sido de Rock Hudson. Entre ellas, Marcia Bell, Andrea Bronston o la primera, que contó en una revista que él no había querido a más mujer que a su madre. Muchos lo recordarán con peluca, cara de 'moñeco' y cantando 'Mola mazo'. Fue pionero en la adquisición de hijos. Pero, como Michael Jackson, enseñaba a la madre. Luego llegarían Miguel Bosé o Ricky Martin con la modalidad actual.

Si en una boda no suenan Raffaella Carrà y Camilo Sesto, pido el libro de reclamaciones.

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