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Nunca me entero de nada

Tus amigos no te olvidan

Sábado, 8 de noviembre 2025, 09:37

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Una semana después de la celebración de Todos los Santos mi ánimo no remonta, y no hay día que no me entregue a graves meditaciones ... sobre los aspectos más fúnebres y variados del devenir, ya sea el sentido último de la vida, el enigma del más allá, o a qué se debe que cada vez más adultos consideren divertido disfrazarse de mamarrachos en fiestas mochuferas de Halloween. Quizás sea fruto de esta pesadumbre metafísica que he considerado oportuno, qué demonios, apremiante, sacar hoy a la luz una de las más crudas verdades que presiden nuestra existencia. Abajo las máscaras, arriba los corazones y llamemos por fin a las cosas por su nombre: este azaroso compendio de textos banales que tienes entre manos, querido lector, es solo una vulgar excusa para justificar lo único importante que publica el periódico, sus esquelas. No hay hogar en el que no se repita la misma escena cada mañana: llega el diario y siempre hay unas manos que se abalanzan ansiosas en busca de la lúgubre página. A veces he llegado a pensar si no respondería esa urgencia al temor supersticioso de encontrar el propio nombre encabezando la necrológica. En realidad quizás sea este el monstruoso secreto que se nos está escamoteando. ¿Y si esas esquelas no levantasen acta del luctuoso deceso ocurrido, sino, por el contrario, lo estuviesen prefigurando? ¿Quién nos asegura que la Parca no lleve años trabajando en un sofocado despachito del edificio de la Nueva Rioja? En Logroño, bajo esa coartada de anodina capital de provincia, están sucediendo fenómenos subterráneos que helarían la sangre de ser desvelados. Como si se tratase de una nueva comedia negra azconiana, hay en Vara de Rey un chupatintas atribulado, alopécico y mal pagado, un émulo de López Vázquez, que lleva la contabilidad de los nuevos designados difuntos, sus desconsoladas viudas, sus hermanos, primos y demás familia. El muerto cobra consciencia de su situación con el diario matutino, y con la esquela como pasaporte se va donde san Pedro a que le franquee las puertas del Cielo. El Purgatorio, sección riojana, es esa sala de espera destinada a aquellos finados cuya mala cabeza les despreocupó de contratar esquela en el periódico. Hay quien llega al periodismo para descubrir un nuevo Watergate en alguna oscura concejalía municipal, o panolis como yo, que aspiramos a remedar a Umbral, a convertirnos en los nuevos Gistau, a tener el pelazo de Jabois, y lo que deberíamos hacer es dedicarnos a redactar esquelas. La única noticia que no tiene fecha de caducidad. La cota más alta, además, en la depuración del estilo: Fulano, nombre y apellidos, se ha muerto en tal fecha y el funeral tendrá lugar en tal sitio. Ponte a hacer florituras con eso. El medio definitivo, por otra parte, para que en casa por fin me lean y entiendan estas idas de olla que escribo cada dos sábados. Desde aquí solicito atentamente a la señora directora pasarme a los obituarios. Lo que ganaría en lectores. Y no hay vida que condensada en quince líneas no constituya una epopeya inolvidable.

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