No he sido capaz todavía –aunque no cejo en el empeño– de llegar a entender en qué consiste lo que se ha dado en llamar « ... urbanismo de género». Y sin tiempo aún para poder comprenderlo sacan de la chistera política otro gran avance, ahora docente, elucubrando sobre el estudio y la enseñanza de las matemáticas con un enfoque o sentido «socioemocional» para que los alumnos puedan «gestionar» sus sentimientos y «combatir actitudes negativas» hacia esa materia, «erradicando ideas preconcebidas con el género». Así que estoy en un sinvivir porque no doy abasto con tanto discernimiento, sin ser capaz de resolver todo el cúmulo diario de inconmensurables avances, incluido ese gran salto cualitativo de pasar curso con varios suspensos para no traumatizar a los nenes y las nenas, no sea que se les reviente la hiel.
Créanme: hay días que no sé si es que a los españoles nos domina una legión de extraterrestres que se han empeñado en hacernos más tontos de lo que ya somos, o es que nos han invadido unos cuerpos extraños, más allá del coronavirus, y que por ello estamos condenados a sucumbir como sociedad en una hecatombe. Y en la que un tipo no necesariamente inteligente, pero sí avispado, como el vizconde de la Mareta, nos va sumiendo, desde su molicie de alpargata, en este árido paisaje de imbecilidades socio-políticas. Aunque también es cierto que no solo él promueve sandeces, ya que otros de similar fuste se enzarzan en discusiones sobre si crear él 'Institut Aragonés del Catalá' o el 'Instituto de l'Aragonés', deduciendo que uno será por lo de 'La Franja' y el otro por lo del 'Chapurriau'. Supongo que esa fabla aragonesa de origen occitano, de ínfimo arraigo y carente de utilidad, no da como para dedicarle otro par de institutos oficiales que, ya se sabe, conlleva puestos en los que colocar a unos cuantos militantes y amiguetes. Probablemente de ahí tanto interés por montar semejantes chiringuitos. Otra cosa es que se estudie filológicamente como parte del acervo sentimental y cultural de Aragón, cosa que a buen seguro vienen haciendo, desde su fundación en 1949, en el Instituto de Estudios Altoaragoneses.
Tras todo esto no debería sorprenderme que la ministra «del extraño prestigio» que, por el movimiento de su cabeza cuando habla en público parece la niña de 'El Exorcista', diga que hay que cambiar el nombre de Patria por el de Matria. Además de ese todes con el que otras salpican sus fatuas arengas doctrinantes, confundiendo la gramática con el machismo. No está de más señalar que los asturianos van por delante en el uso del lenguaje inclusivo. Dicen les vaques y les putes. Y también jodiose, que es lo que habrá mascullado una parte de la sociedad gijonesa por la cancelación de sus festejos taurinos a causa de unos astados bautizados como Feminista y Nigeriano. ¡Cuánta cabeza de chorlito con vara de mando pulula por la política española!
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