
La canal del Rojo | Badarán
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La canal del Rojo | Badarán
Garnacha del terruño en una botellaNosotros no vendemos vino, vendemos terruño». Raúl Tamayo presenta así lo que es Proelio, lo que es Palacios Vinos de finca y el sueño de su creador, Javier Palacios, que aunque nacido entre viñas tuvo que irse hasta la Borgoña para descubrir que el nuevo sentido de su vida estaría entre termones, cepas viejas y morgones hincados en suelos imposibles. Un sentido desarrollado primero –las cosas que tiene la vida–, en Ribera, en Trus, y luego rematado en Rioja con Nivarius y Proelio.
Lo del terruño lo explica Raúl Tamayo recién pisamos La Canal del Rojo, un viñedo singular, de más de 80 años, en Badarán, en el límite de la DO, más cerca de los 700 metros de altitud que de otra cosa y con el San Lorenzo vigilante y amante. El viñedo, aclara al lego, es el suelo más la raíz más la variedad y los clones. En La canal del Rojo la viña lleva décadas sobre un suelo arcillo arenoso ferroso, con vetas de caliza provenientes de la roca madre que se encuentra a tres metros de profundidad, con pequeñas piedras de coluvión en superficie; la raíz ahonda y encuentras posibilidad de recorrido en ese contexto; y los clones son los de las garnachas antiguas que siempre han sido en esa zona, garnachas que en tantos casos no alcanzaban la maduración plena porque el tiempo no es el de hoy y el frío y alguna helada cortaba en seco el proceso. Algo que ha venido a corregir el cambio climático para mayor gloria de esta variedad tanto tiempo y tan injustamente despreciada en Rioja.
Viñedo singular Garnachas octogenarias. Vendimia manual. Fermentación en hormigón. Crianza en toneles de roble francés de 20 HL. durante 15 meses. 51 €
La bodega
Dirección Camino Nalda a Viguera, 46, Nalda
Año de fundación 1999
Contacto info@palaciosvinosdefinca.com. 941 802 943
Tamayo se detiene junto a un desmonte, una especie de calicata natural que deja a la vista la teoría que acaba de explicar. Lo de la tierra, la roca madre, la raíz... Se trata, en efecto, de empezar la casa por los cimientos, que es lo que enseñaron los abuelos. La tierra, hijo, la tierra. Ahí es donde hace el vino. Y da la impresión, mientras el visitante atiende el minimáster de Tamayo, que de conocerlo y de mimarlo el terruño se hace generoso y deposita en cada racimo un tanto así de su esencia, de su mineralidad, de sus olores...
Para que todo eso acabe, finalmente, en el mejor puerto está Raúl Tamayo de arriba para abajo en las 20 hectáreas de viñedo que maneja en la bodega repartidas en 60 parcelas, lo que da idea de que, en efecto, lo de Palacios (Proelio y Nivarius) es de verdad un viaje al pasado cuya primera estación es buscar donde nadie a buscado y encontrar lo que nadie ha encontrado... o querido. Cuenta para todo con la privilegiada colaboración de Pedro Parra y Alberto Antonini, dos. El primero se dice terroirista, experto en el terroir capaz de descubrir el valor añadido de cada parcela y de cada zona; el otro es el experto en elaborar vinos que transmitan su procedencia aun sin llevar encima ningún DNI.
Y entre el uno y los otros y el del sueño en la Borgoña andan embotellando territorios tan interesantes como La Canal del Rojo, esta garnacha de viñas viejas que ofrece aromas de las hierbas frescas que crecen entre las obradas de cepas y que en la boca evoca el sabor mineral de esas piedritas de yeso que menudean en los renques.
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