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Como estrellas del rock a punto de subir al escenario, cinco grandes de Rioja aguardaban ante un público expectante y entregado incluso antes de empezar la 'cata del año' en el Centro de Cultura del Rioja. La cita invitaba a ello. Las copas, aún vacías frente a los asistentes, recibirían a un repóquer de excepción, los cinco Riojas que se han abierto paso en la Place de Burdeos, el mercado más selecto del mundo. Todos ellos, reunidos para poner el broche al 135 aniversario de Diario LA RIOJA con el valor añadido de ser contados por sus protagonistas, los artistas.
Y es que son vinos que hablan por sí solos, pero con historias que les hacen aún más grandes. Conocer las peculiaridades de Tapias, progenie de tantas viñas de Marqués de Riscal desde las diferenciales terrazas del Ebro; la extraña singularidad de Real de Asúa Carromaza, un selecto parcelario de CVNE, uno de los templos del ensamblaje; la esencia embotellada por partida triple de San Vicente de la Sonsierra en Alma de Contador; el potencial de la colaboración de DUO, en el que Basilio Izquierdo y Sergé Fourton forman una pareja de baile de ensueño; o el carácter pionero y ambicioso de YJAR de Granja Nuestra Señora de Remelluri, que refleja un nuevo relato.
Un centenar de afortunados fueron deleitados por una cata presentada por Teresa Cobo –directora de Diario LA RIOJA– y conducida por el periodista Alberto Gil que dio para mucho –también para hablar de arranques, consumo o el valor de la viña vieja– pero lo principal eran esos cinco vinos que cotizan al alza La Place, el Wall Street del vino.
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Justo Rodríguez
«Volvemos a Burdeos», comenzaba Francisco Hurtado de Amézaga (Marqués de Riscal), el encargado de abrir la cata recordando cómo la bodega de Elciego ya enviaba vinos allí en un tiempo en el que Rioja importaba a esos maestros bodegueros bordeleses. Ahora, regresa con Tapias, que nace de un viñedo primigenio para la bodega, con reinjertos que han mantenido y expandido la esencia que ya tenía en el siglo XIX. «Es una finca situada en las terrazas del Ebro, una zona que da vinos con una estructura diferente a la del resto del pueblo», detallaba Hurtado de Amézaga, desvelando que «nos hace discutir bastante sobre la elección de la fecha de vendimia, Las Tapias tiene un momento muy justo, cuando adquiere un sabor especial». La añada, la alabada de 2021, como fueron los dos siguientes vinos.
Tomó el testigo María Larrea, directora técnica de CVNE, resaltando que «Rioja tiene una diversidad que nos permite hacer vinos de perfiles muy diferentes». Real de Asúa Carromaza es la evolución de una idea, de un vino que nació en 1994 en honor a la familia fundadora y que dio un paso más allá en 2019 hacia un parcelario de Villalba «con el que buscábamos un vino preciso, que fuese la expresión de un paisaje y un clima, conservar su esencia, que nos trasladase a esa zona de monte bajo, tan floral». «Un vino muy riojalteño pero diferente a los que elaboramos tradicionalmente», subrayaba Larrea.
Completando el trío de 2021, Juanjo Santos, director técnico de Bodegas Contador, relató cómo recibieron el encargo de hacer un vino algo más fresco. «Llegamos a la conclusión de que queríamos potenciar el terruño, embotellar el alma de San Vicente, con uvas de tres zonas diferentes (baja, media y alta)», comentaba. Todo ello, poniendo por encima de todo la filosofía de la bodega, «tratando con sumo respeto a la tierra porque todo el bien que le hagas, te lo devuelve con creces». Nació así Alma de Contador, «creado para Burdeos pero dedicado a la hija de Benjamín Romeo», un vino que se vendimia a menos de tres kilómetros de la bodega y con una declaración de intenciones en su etiqueta: «Tiene un giro clásico, con una imagen de San Vicente y la frase 'con privilegio', sinónimo de único, auténtico y verdadero, lo que es para nosotros Alma».
Basilio Izquierdo fue el siguiente magnífico en presentar su creación, en esta ocasión, una 'rara avis', DUO, una colaboración con su amigo Sergé Fourton, después de que ambos fuesen incluídos en la lista de los 50 enólogos excepcionales de la Escuela de Burdeos. «Por qué tanto vino de autor, por qué tanto personalismo», relataba Izquierdo que le decía su hija, ideóloga de esta brillante simbiosis. Y escapando de la unicidad, apuesta por combinar las cinco variedades autóctonas de Rioja «aunque es mayoritaria la garnacha», reconoció. Recordaba en época de pandemia mandar muestras a su compañero francés para alumbrar el DUO 2019 catado este miércoles o cómo «vamos quitando un poco de aqui y uno de allá, con cuentagotas calculando las proporciones» hasta dar con el resultado deseado.
El broche lo puso el primero en llegar a La Place, quien mostró el camino, YJAR, de Granja de Nuestra Señora de Remelluri. «Fui porque era el sitio para hablar de otra forma de lo que está ocurriendo en Rioja, porque tenemos potencial, lugares, historia...Burdeos podía ser una plataforma», expuso Telmo Rodríguez, que comenzaba su presentación constatando «que es una gran noticia que se esté hablando de pueblos y parcelas. Los grandes vinos de Rioja hablan del lugar en el que nacieron». Esa regla la cumple YJAR, que hunde sus raíces en la historia y el carácter de Labastida y su entorno. Otro tesoro a descubrir para cerrar una cata de grandes referentes, a los que escuchar, de los que aprender y con los que disfrutar.
Uno de los detalles más llamativos de la cata y de las peculiaridades de los vinos es que cuentan con una etiqueta genérica, fuera de la clasificación de crianza, reserva y gran reserva, que hasta hace bien poco parecía obligatoria. «Son los criterios de calidad que da la Denominación de Origen, pero bueno, son discutibles. Hace veinte años tenía sentido», comentó Basilio Izquierdo, mientras que Juanjo Santos incidía en el valor de estos vinos «de su año» que se salen de ese criterio de crianza. María Larrea, por su parte, quiso «romper una lanza en favor de los Reservas y Grandes Reservas que son los que han impulsado Rioja, hay sitio para todos».
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