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La lluvia ha sido la gran protagonista de la Magna Procesión del Santo Entierro de Logroño en este Viernes Santo. Primero, ha obligado a que ... su inicio se retrasara hora y media y después, cuando ocho de los once pasos participantes ya se encontraban en el recorrido, ha vuelto a hacer acto de presencia, provocando que quedara suspendida de un modo definitivo.
Tras una mañana con un sol radiante, las previsiones meteorológicas resultaban pesimistas para la hora de la procesión en la que participan todas las cofradías de la capital riojana. Los cofrades, además, tenían en la retina la experiencia del año pasado, cuando se decidió suspender la cita antes de comenzar. Después, a la hora del recorrido, apenas llovió.
No pintaba bien el asunto cuando, a falta de menos de sesenta minutos para las 19.30 horas, Logroño recibía un fuerte aguacero que obligaba a la gente que ya esperaba el comienzo de la procesión a refugiarse en los portales cercanos o en el interior de La Redonda. Todos aguardaban una decisión y los rumores ya apuntaban en una dirección: no suspender el recorrido sino retrasarlo.
Así, pasadas las siete de la tarde, se confirmaba ese extremo. Se retrasaba a las 21.00 horas. «Las previsiones dicen que a esa hora no llueve», informaba a este medio Luis Ignacio Arruti, secretario de la Hermandad de Cofradías. Se huía de esta manera de tomar la misma decisión del año pasado.
Desde ese momento se ha abierto un tiempo de espera de hora y media. Durante estos minutos eran muchos los transeúntes que se acercaban a la puerta de la capilla de Los Ángeles a hablar con los cofrades que permanecían en la calle. «¿Se ha suspendido?», era la cuestión más frecuente. «No, se ha aplazado», ha sido la respuesta a todos. «Ojalá podáis salir», añadía una mujer mientras otros se mostraban incrédulos con que el tiempo fuera a ofrecer una tregua.
No en vano, la lluvia ha seguido cayendo con fuerza hasta pasadas las ocho de la tarde, pero ha habido un momento en el que el cielo se ha comenzado a abrir y el sol se asomaba tímidamente como si un de un rayo de esperanza para los cofrades se tratara. En ese instante, muchos de los presentes se congratulaban al ver las aplicaciones del tiempo de sus móviles y comprobar que los buenos vaticinios se mantenían.
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Así, minutos antes de las nueve, el movimiento en la zona hacía presagiar la buena noticia. El Santo Entierro salía a la calle. La Oración de Jesús en el Huerto de los Olivos ha abierto el desfile y a su estela han continuado los cofrades de La Flagelación, recién llegados de Santa Teresita. A ellos se ha unido El Encuentro, que ha esperado toda la tarde protegido bajo los soportales de la plaza del Mercado.
Todo iba según lo previsto. La cofradía de María Magdalena ha salido de La Redonda y se ha puesto en marcha y, tras ella, el Nazareno (que ha salido con la imagen 'antigua) y el Cristo Yacente de las Siete Palabras. También ha podido iniciar el recorrido el Cristo de las Ánimas, que había vivido un soleado traslado a La Redonda por la mañana.
Se acercaban los últimos pasos de la procesión. La Soledad se había llevado la ovación más sonora de la tarde al superar, no sin un pequeño apuro, la puerta de la capilla de los Ángeles, y al ser elevada al cielo por sus portadores. «Qué bonita está», decían los presentes al verla, antes de dejar paso al Descendimiento, quien también ha empezado a encarar Portales justo antes de que La Soledad se hiciera para un lado para dejar salir al Santo Sepulcro y de que La Piedad aguardase paciente su turno para incorporarse al recorrido.
Y ha sido justo entonces, en ese momento, pasadas las diez y cuarto de la noche, cuando la lluvia ha vuelto a Logroño, primero de forma leve y luego ya más abundante. Las reacciones no se han hecho esperar. Los cofrades de La Piedad han puesto a resguardo su paso en uno de los portales de, valga la redundancia, la calle Portales, mientras que los de La Soledad han optado por proteger su talla con un manto.
No ha servido de nada. El chubasco se ha ido convirtiendo en aguacero y la procesión ha tenido que ser suspendida. En ese momento, la cabeza estaba en la calle Mayor, había pasado ya ante la puerta de Palacio. Los cofrades han parado para proteger las tallas con plásticos, pero la intensidad de la lluvia les ha obligado a cesar en su empeño. Los tambores y trompetas se han silenciado y, atajando por la calle Mercaderes, han regresado hacia la plaza del Mercado.
Los minutos posteriores a la suspensión han dejado imágenes llamativas. La Soledad ocupaba uno de los soportales de la plaza del Mercado, mientras que en Portales encontraban cobijo, además de La Piedad, El Descendimiento, La Oración de Jesús en el Huerto de los Olivos o la Flagelación. Estos dos últimos se encontraban en sus respectivos recorridos y han tenido que regresar a la carrera al punto de partida en busca de un refugio que finalmente han acabado hallando. La lluvia había cumplido su amenaza y la procesión del Santo Entierro quedaba suspendida de manera definitiva.
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