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Sometida a demasiados vaivenes en los últimos tiempos, la Valvanerada busca recuperar sus esencias, vigor y tirón popular. La cita, nacida hace casi medio siglo, ... comenzó como una iniciativa de la Asociación de Donantes de Sangre para acabar convirtiéndose en un puntal más de la idiosincrasia riojana. En ella se dan la mano el fervor popular y la devoción hacia la Virgen de Valvanera, pero también el reto deportivo y la épica de la marcha nocturna.
Valvaneradas ha habido tantas como marchosos, ese vocablo acuñado para nombrar a los y las valientes que año a año han salido de la plaza del Ayuntamiento para ascender hasta el monasterio tras más de 63 kilómetros de camino. Este sábado, a las 19.30 horas, 590 han tomado la salida en una cita que tiene (y mantiene) sus propias leyendas. La interminable recta de Baños, el café en Anguiano, la amanecida en las estribaciones de la Demanda o el preñao ya en el cenobio forman parte de las señas de identidad regionales.
Este sábado tocaba retomar el pulso de una romería que ahora se publicita como la marcha nocturna más larga de España y que en tiempos que ya empiezan a resultar lejanos se convirtió en un ultramaratón para los deportistas más esforzados, cuando estos podían contar estas pruebas con los dedos de una mano.
Actualmente, la Valvanerada busca recuperar su aspecto solidario, de esfuerzo y religioso, de la mano de los monjes del Instituto del Verbo Encarnado. Volver a unas esencias que no se pierden, pero que se renuevan con un punto de herencia y otro de modernidad. Herencia que representaban Javier González y su hija Raquel. Él, con más de veinte marchas a sus espaldas, ha partido de la mano de la que se iba a estrenar. «Quería hacerlo de pequeña, porque mi padre me ha contado muchas historias, pero este año por fin lo haré», decía Raquel, de 26 años.
La modernidad aparecía de la mano de las manos de las nuevas tecnologías en grupos como el surgido de una comunidad de WhatsApp llamada 'Logroño Meets Up', en el que se mezclan riojanos, estadounidenses, filipinos... «Es un grupo para quedar en persona y compartir planes de senderismo, de juegos de mesa, de cocina... Y nos hemos juntado para la Valvanerada», explicaba Elsa mientras sus compañeros sonreían ante un reto mayúsculo y tal vez extravagante para alguno de ellos.
Porque pasar toda la noche caminando por una carretera, con el asfalto despellejando los pies, recibiendo ánimos de desconocidos y viandas para recuperar fuerzas puede que resulte difícil de digerir para algunos, pero sin embargo es la esencia de una Valvanerada que ha vuelto a convertirse en una especie de rito iniciático para muchos jóvenes y un compromiso religioso para otros. «Cuando llegue, rezaré a la Virgen alguna oración por todos», aseguraba Dani Martín minutos antes de emprender la marcha, que ya había afrontado tres décadas atrás «es decir, hace cuatro días», aseguraba entre risas.
«Que la Virgen os acompañe. Ella os espera en el monasterio de Valvanera para confortaros de vuestro esfuerzo», sentenciaba el padre José Giunta antes de la salida, a la que acudieron el presidente de La Rioja, Gonzalo Capellán, y el alcalde de Logroño, Conrado Escobar, entre otras autoridades. Un camino siempre más fácil gracias a los voluntarios, Guardia Civil, Policía Local, Cruz Roja, Protección Civil y las distintas entidades que hacen de la Valvanerada un punto de encuentro, reto y pasión que busca volver a asentarse y reunir, de nuevo, a cada vez más marchosos.
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