Lito Díez | Viticultor de Navarrete
«El seguro es cada vez más necesario, no tenemos paraguas para las fincas»El agricultor recomienda la contratación de pólizas «aunque parezcan caras, pero es la única herramienta para tener cierta tranquilidad»
Si algún agricultor tiene dudas sobre la necesidad o la conveniencia de contratar un seguro, saldrá de dudas si escucha a Lito Díez Gandarias. « ... Es la única herramienta con la que contamos para tener cierta tranquilidad en el campo», aseguró ayer este viticultor que hace poco más de un mes, el pasado 11 junio, vio como una tormenta «terrible» arrasó el viñedo en las faldas de la sierra de Moncalvillo y dañó unas 5.000 hectáreas, un millar de ellas con pérdida «total» de la producción, señaló.
Díez tiene las hectáreas en Navarrete, uno de los municipios incluidos en la 'zona cero' de aquel fenómeno meteorológico adverso, y cree que tendrá que conformarse con recoger «entre el 30% o el 40% de la cosecha» de tempranillo tinto y viura en comparación con un año normal. La póliza con Agroseguro le permitirá, al menos, compensar parte de las pérdidas sufridas.
Este viticultor reconoce que los seguros han subido en los últimos años –500 euros por hectárea paga en su caso, dijo– «y puede que haya habido agricultores que se hayan desanimado». Pero en el caso de quienes son profesionales del campo a tiempo por completo «o sus ingresos dependen de esto en más de un 50% o un 60% deben tener seguro. Es necesario. Aquí no tenemos paraguas para todas las fincas ni se pueden poner toldos». Sus cultivos viven al aire libre, sin techo que los cubra.
«El mildiu está haciendo estragos y no es por falta de profesionalidad del agricultor. Si no puedes entrar a tratar, qué haces»
Al menos, añadió, «tenemos ayudas del Gobierno central y sobre todo de la Comunidad Autónoma» y expresó su agradecimiento porque «los costes de producción son cada vez más elevados». También los tratamientos para combatir el mildiu o el oídio. El primero de los hongos «está haciendo estragos en la viña», pero cree que poco o nada se les puede achacar a los agricultores «que están siendo muy profesionales. Pero hay ocasiones en las que tienes que esperar tres o cinco días para entrar a tratar porque el campo está inundado». Y luego ya es tarde. «Pero qué se puede hacer», se plantea con resignación.
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