Magdalena Pérez Trenado | Psicóloga clínica y expresidenta del Teléfono de la Esperanza en La Rioja
«La salud mental ha sido la parte sanitaria estigmatizada y negada»La experta cede las riendas de la entidad tras 20 años para liderar Conecta, el plan de atención integral a la conducta suicida en la futura unidad del antiguo centro de salud Rodríguez Paterna
Como una madre que suelta a su retoño ya preparado para emprender su vuelo vital, Magdalena Pérez Trenado acaba de dejar la presidencia del Teléfono ... de la Esperanza en La Rioja, la entidad que ayudó a alumbrar en 2004 y ha dirigido desde entonces. Su nuevo destino, el viejo centro de salud de Rodríguez Paterna, futura sede del proyecto Conecta de atención integral a la conducta suicida, la gran apuesta del Ejecutivo regional por la salud mental y emocional que va a liderar la psicóloga clínica, quien defiende que «o se cuida o nos pasan cosas importantes que nos ponen en riesgo».
– Tras 20 años al frente del Teléfono de la Esperanza ha decidido ceder el testigo. ¿Razones personales, profesionales...?
– Que haya sido así y tan de repente se debe a motivos profesionales fundamentalmente, porque ha surgido la oportunidad de desarrollar un proyecto específico en esta comunidad centrado en la atención integral a la conducta suicida, algo con lo que yo llevo trabajando más de 30 años y soy especialmente sensible. Así que elegí aparcar mi proyecto profesional privado. También a nivel personal llevábamos tiempo planteando ese relevo porque el Teléfono está en un momento estable, maduro y sólido y ahora lo que toca es continuidad y para ello hay un equipo estupendo.
– Entiendo que ese giro tiene que ver con el futuro proyecto Conecta de atención a la Salud Mental en el antiguo centro de salud Rodríguez Paterna. ¿Es así?
– Sí, yo creo que se anunciará en unos días. Va a ser un proyecto integral, una unidad que pueda dar un servicio a los riojanos, a sus familias y a los profesionales y poder recoger ese sufrimiento y esas situaciones tan complejas de una manera más intensiva y estructurada. Yo he estado trabajando en diferentes ámbitos, desde el privado y, sobre, todo desde el Teléfono, porque la prevención del suicidio ha sido uno de sus pilares claves, y que de repente aparezca un gobierno que apuesta por la salud mental, que crea una Subdirección General de Salud Mental y Emocional y que la Consejería de Salud y la de Servicios Sociales vayan a la vez, permite que se hagan muchas cosas. No es algo que nace ahora, sino que ahora es cuando cobra cuerpo. Llevamos trabajando en esto en La Rioja desde el año 2015. En 2019 se publica el I Plan de Prevención del Suicidio, y ahora este proyecto es la materialización de todo eso. Para mí es muy motivador y muy esperanzador, porque supone recoger todo lo que hemos hecho, ampliarlo y contar con todos: Servicios Sociales, Salud, contextos educativos, medios de comunicación, asociaciones, emergencias... Va a ser un proyecto complejo y muy coordinado porque así es como se tienen que hacer las cosas. Si entre todos no construimos esa red, es difícil que podamos sostener a las personas en esas situaciones, pero creo que lo estamos consiguiendo.
– Un poquito sí que dolerá dejar el Teléfono, ¿no? ¿Es como soltar al hijo que ya ha crecido?
– Sí, sí. Además así ha sido porque tengo hijos de la edad del Teléfono en La Rioja, que abrió en 2004 sus líneas. Lo he cuidado, lo he atendido, hemos compartido aquí de todo y es parte de mi vida, así que para mí también ha supuesto un duelo tener que dejarlo porque además fue una decisión que tuve que tomar en muy poco tiempo y con una mezcla de ilusión y esperanza por el nuevo proyecto, pero con una pena tremenda. Pero estoy tranquilísima, porque sé que lo dejo en muy buenas manos.
En un momento peligroso
– Muy querida por la sociedad riojana, el 9 de junio la entidad recibe la Medalla de La Rioja. ¿Qué supone?
– En principio fue una sorpresa total, porque el Teléfono es un recurso silencioso. Hacemos una labor que tiene mucho de anónimo, de profundo, de encuentro y de recogimiento con las personas, pero de repente aparece este reconocimiento de la sociedad riojana y del Gobierno de la Rioja. Aunque todos estamos aquí siempre muy motivados, esto es un empujón porque nos dice que aunque somos silenciosos el resultado de nuestra labor es visible. Estamos emocionados.
– Dos décadas de labor y actualmente más de 8.000 llamadas anuales.
– Tenemos un punto de inflexión, la pandemia, un periodo en el que durante un tiempo el Teléfono fue el único recurso que pudo recoger todas las necesidades emocionales que en ese momento se estaban dando, porque casualmente una semana antes habíamos montado un sistema que lo permitía. Entonces aumentó casi en un 50% el volumen de llamadas y a partir de ahí lo hemos sostenido. Hemos calculado que hasta el año pasado hemos realizado en estos veinte años más de 71.000 intervenciones telefónicas, que más de 15.000 personas han participado en las diferentes actividades de sensibilización, campañas, cursos y talleres, y que más de 300 personas se han formado como voluntarios.
«Lo he cuidado, lo he atendido y es parte de mi vida, así que para mí también ha supuesto un duelo tener que dejarlo»
Magdalena Pérez Trenado
Psicóloga clínica
«La auténtica conexión humana, la de mirarnos, olernos, tocarnos y escucharnos se está perdiendo»
«Siendo tan tremendo ese sufrimiento lo hemos deshumanizado y escondido porque no lo entendemos, nos da miedo»
– ¿Cómo ha cambiado el perfil del usuario en estas dos décadas?
– No ha cambiado muchísimo y desde luego lo que no ha variado son las demandas, que tienen que ver con situaciones de soledad y de dificultad en la comunicación y de conflictos relacionales. Luego, además, tenemos demandas de problemas específicos, como situaciones de duelo, de maltrato, de conducta o de ideación suicida y de cualquier cosa que una persona pueda vivir y le genere malestar o dificultad emocional. Lo que sí vemos es que han cambiado las edades porque también en el Teléfono hemos adaptado los recursos. En el momento en el que hemos metido chat y medios escritos ajustados a cómo se comunican las nuevas generaciones ha entrado mucha demanda infantil, adolescente y joven. Entre las personas que acuden al Teléfono hay más mujeres que hombres y aunque tenemos más población infanto-juvenil, sobre todo adolescentes y jóvenes, la población fundamental que utiliza el recurso está entre los 35 y los 60 años, donde ocurren las mayores crisis.
– ¿Qué ha pasado con la salud mental en La Rioja y en España?
– La salud mental ha sido la parte de la salud estigmatizada, escondida y negada. La pandemia nos ha permitido ponerla encima de la mesa y poder hablar de esto como parte de lo humano. El cuidado de la salud mental y emocional es tan importante y a veces más que el cuidado físico, pero nos pasa que nos parece que las heridas que no se ven, las que físicamente no percibimos con agujero y con sangre, parece que no existen. Hasta hace unos años en una asociación simplista y falsa se asociaba salud mental y emocional con locura, cuando la salud mental y emocional es parte de lo humano y o se cuida o nos pasan cosas importantes que nos ponen en riesgo. Esto lo estamos descubriendo ahora y ha supuesto que más personas pidan ayuda y que se puedan visibilizar más cosas. Lo más positivo es que de esto podamos hablar pero, como siempre, debemos hacerlo bien, sin caer en el riesgo de trivializar la salud mental ni en el de psicopatologizar muchas cosas que forman parte de las crisis humanas normales. Estamos en un momento peligroso en el manejo de todo esto que a mí me preocupa, sobre todo en las redes sociales, aunque supongo que en algún momento volverá a equilibrarse.
Adolescentes desbordados
– Citaba una de las pandemias del siglo XXI, la soledad no deseada, en la que siempre se pensaba en personas mayores. Pero que ya hay datos de casos de jóvenes, incluso menores de edad. ¿Qué está pasando?
– El año pasado en el Teléfono tuvimos en La Rioja unas 8.800 intervenciones y de ellas identificamos que había soledad en una 6.500, pero por soledad llamaban unas 1.500 y las otras 5.000 por otras cosas. ¿Qué pasa? Pues pasa que vivimos en una sociedad en la que parece que cada vez estamos más interconectados, pero la auténtica y humana conexión personal, la del encuentro, la de mirarnos, la de olernos, la de tocarnos y la de escucharnos se está perdiendo porque no tenemos tiempo, porque estamos muy ocupados, porque vivimos en la sociedad de la inmediatez y las herramientas de comunicación dan respuestas inmediatas, pero poco profundas. Tenemos adolescentes y jóvenes cuyos referentes, recursos y su estilo de comunicación, en muchas ocasiones, va a través de pantallas. Aparte de eso, tuvimos una pandemia que nos colocó a todos en una situación de impacto emocional y de gestión de situaciones muy complicadas, repentinas e inesperadas, pero en el colectivo adolescente y joven afectó mucho, porque son edades en las que la socialización y el contacto son muy importantes porque todavía están en el proceso de desarrollo de sus recursos internos y externos. ¿Qué es lo que ha pasado? Pues que no teniendo capacidad para gestionar bien lo que les pasa y viviendo en una generación en la que tampoco se les está enseñando mucho cómo gestionar de manera madura, porque tampoco tienen referentes que acompañen suficientemente, se quedan desprotegidos y gestionan como pueden las cosas que les pasan y se desbordan porque la adolescencia se vive con esas intensidades.
– Y si hablamos de drama, no podemos eludir, evidentemente, el tema del suicidio, tan antiguo como la humanidad, pero aún bajo el estigma social y la vergüenza de los supervivientes. ¿Se ha avanzado algo?
– Siendo tan tremendo ese sufrimiento para la persona que está en crisis y para el entorno hemos llegado a deshumanizar tanto y a esconderlo porque no lo entendemos, porque nos da miedo, porque lo que no miramos, parece que no existe… Hemos dado pasos, podemos hablar, pero todavía nos queda mucho recorrido. No es que ahora haya más conducta suicida, sino que vemos que hay personas que son capaces de identificar y pedir ayuda, pero hay mucho camino que recorrer. Esto que está pasando en La Rioja ahora mismo, con ese proyecto que se pone en marcha, hace no más de cinco años era impensable. Ahora mismo estamos sensibilizados. Ahora hay más sensibilidad a conectarse con ese sufrimiento y a darse cuenta de que esto nos puede pasar a cualquiera o le puede suceder en nuestro entorno. Ahora hay sensibilización social, pero también voluntad política, recursos y también profesionales motivados y dispuestos a ayudar. Están cambiando las cosas y yo creo que La Rioja va por delante desde hace mucho tiempo en esto.
– En el mundo actual, en los nuevos modos de vida, ¿falta diálogo, hablar, saber pedir ayuda… y, sobre todo, escuchar a los otros?
– Eso es, falta escucha y es una herramienta fundamental que se aleja del juicio, de la etiqueta y de ese 'y yo más' cuando oímos pero no escuchamos.
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