La Rioja registró el año pasado trece accidentes de trabajo cada día

Pese a las pequeñas variaciones de un año a otro, la siniestralidad laboral no logra recientes avances de cara a conseguir la esperada tendencia a la baja que permita reducir una cuestión de extrema gravedad. Fue especialmente aciago 2023, tanto en fallecidos en su trabajo (14), como en el global de accidentes con baja, que alcanzó unos índices desconocidos desde la época previa a la crisis de 2008.

Por fortuna, 2024 logró moderar esas preocupantes cifras, con el ratio más bajo de los años pospandémicos y un total de 4.348 siniestros laborales durante la jornada de trabajo, de los cuales resultaron leves la gran mayoría (4.319), 24 graves y 5 mortales. Además, fueron 526 (6 de ellos graves y 2 mortales) los accidentes 'in itinere', que sufrieron cuando se desplazaban a su lugar de trabajo o volvían de él.

En números generales, la industria manufacturera fue la actividad económica que más accidentes registró (1.238), por delante de la construcción (594) y el comercio (525). Sin embargo, en índice de siniestralidad –casos por cada cien mil trabajadores– destaca especialmente el sector constructivo (6.860) que dobla al dato general (3.239), mientras que el de servicios es el que, de manera tradicional, menos siniestralidad padece. El ministerio todavía no ha publicado la estadística completa, si bien, atender a los datos de otros años permite comprobar que las lesiones más comunes son las heridas y las superficiales, poco por delante de las dislocaciones, esguinces y distensiones.

Pero la cifra más amarga es la de víctimas mortales, y es que La Rioja registró siete muertes –cinco en jornada y dos 'in itinere'– en 2024. El primer fallecido fue un trabajador de la consejería de Agricultura en un choque con su vehículo en la carretera de Murillo, mientras que también de tráfico fue el accidente en el que murió un vecino de Cenicero al chocar contra un autobús entre Ausejo y El Redal. La tercera víctima fue un albañil de Haro, que cayó desde la cubierta de un pabellón. A consecuencia de una caída murió una trabajadora social de la Cruz Roja en Logroño, que se precipitó a la calle desde un piso de emancipación juvenil. Por otra parte, un infarto fue causante de la muerte de un jardinero en Lardero, y en Nájera, un electricista falleció al precipitarse desde seis metros en una carpintería.

Este año arranca trágico, con la muerte por desvanecimiento de un repartidor en Logroño, de un trabajador de la construcción en Pradejón y de un empleado de asistencia en carretera en Villafranca (Navarra).