«Nadie se suicida con seis puñaladas profundas en el cuerpo», apunta la Fiscalía
La defensa del acusado, dirigiéndose a los miembros del jurado, ha dicho: «Este es un juicio de sospechas. No verán ninguna prueba que sostenga las absurdas teorías de las acusaciones», «se ha fabricado un culpable»
El juicio por el crimen de los Lirios, uno de los casos que en un primer momento se investigó como suicidio, arrancó este lunes ... con la exposición de las versiones de cada una de las partes. Mientras que para la Fiscalía y la acusación particular no hay duda de que es un asesinato, para la defensa de A. E. M., Bárbara Royo, abogada reconocida por su trabajo en casos mediáticos como la defensa de José Bretón, «este es un juicio de sospechas. No verán ninguna prueba que sostenga las absurdas teorías de las acusaciones», dijo dirigiéndose a los miembros del jurado.
En este caso, añadió, «la policía se ha montado una película y la ha comprado la Fiscalía». La letrada, que sostiene la inocencia de su defendido, recordó casos como el de Dolores Vázquez, condenada por el asesinato de Rocío Wanninkhof en 1999, pero absuelta y liberada posteriormente tras la detención del verdadero asesino, Tony King.
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El mismo fin que, según su versión, podría tener este crimen porque la policía no investigó más perfiles genéticos ni cotejó más muestras de adn y pelos hallados en el cuerpo de la víctima. Tampoco aparecían imágenes del acusado entrando en el domicilio en la madrugada del 13 de octubre de 2020, cuando supuestamente la apuñaló en el cuello y en el abdomen hasta acabar con su vida. «Pudo ser cualquiera que tuviera un motivo», indicó. «El acusado no pudo hacer todo lo que nos han dicho en un tiempo de cinco horas y que, en todo este tiempo, no haya ninguna sola imagen o prueba de algo».
La letrada recordó que la juez de instrucción, a la vista del atestado, ni siquiera acordó el ingreso en prisión del procesado y arremetió contra una investigación que «no sólo es defectuosa, fallida y errónea, sino también tendenciosa y falsa». En su opinión, «se ha fabricado un culpable, como en la serie americana Making a murderer».
Para la Fiscalía el detonante del asesinato fue el deseo de la víctima de poner punto y final a su relación. «El matrimonio estaba roto, Merche no era feliz y había manifestado su intención de separarse pero temía la reacción de su marido», dijo. Según su versión, el 11 de octubre de 2020 el procesado viajó a la localidad burgalesa de Gumiel de Mercado donde residía su hijo para ayudarle en las labores de la vendimia. En la madrugada del 13 de octubre regresó al domicilio, en el Parque de Los Lirios, en Logroño, que compartía con su esposa Mercedes, de 56 años.
Una vez en casa, discutió con ella al conocer su decisión firme de poner fin a su matrimonio. Fue entonces cuando, según el fiscal, movido «por el sentimiento de posesión sobre la misma y con la intención de acabar con su vida, la atacó de forma sorpresiva con un arma blanca de tipo cortopunzante» en tórax y abdomen causándole la muerte. Después, según la Fiscalía, volvió a Gumiel de Mercado donde llegó a primera hora de la mañana del 13 de octubre. Por la tarde, regresó de nuevo a su casa, llamó al 112 y dijo que «Merche se había suicidado» y a uno de los hermanos de la víctima le comentó: «Menuda me la ha preparado tu hermana».
El relato de A. E. M. condicionó a la policía y de ahí que en un primer momento se investigara como suicidio, pero «nadie se suicida de pie en dos habitaciones con seis puñaladas profundas en el cuerpo». De acuerdo con su versión, «Merche murió degollada, no se suicidó porque el 14 iba a pasar un tribunal médico con la ilusión de volver a trabajar otra vez».
En la casa también había un cajón revuelto y un bolso en el suelo, y días después del crimen, el procesado fue a comisaría y dijo que un amigo tenía llaves de la casa. Dos circunstancias con las que, según el fiscal, A. E. M. habría tratado de desviar la atención.
La acusación particular, ejercida por los ocho hermanos de la víctima, mantiene una versión similar a la de la Fiscalía, pero en su caso puntualiza que aunque la pareja continuaba casada, apenas hacían vida en común. Mercedes había comentado a sus hermanos, a su sobrina y a una compañera de trabajo que quería divorciarse, una decisión a la que el procesado se oponía. Este sería, según su versión, el motivo que desencadenó el crimen.
La fiscalía y la acusación particular piden 22 años de cárcel para el acusado por un delito de asesinato, además de indemnizaciones que van desde los 10.000 euros que pide el fiscal para cada uno de los hermanos de la víctima hasta los 30.000 de la acusación particular. La defensa niega los hechos y sostiene que no sucedieron tal y como los relatan las acusaciones, por tanto, considera que no hay delito. En cualquier caso, en el «improbable» caso de que sea condenado pide que se aplique la atenuante de dilaciones indebidas.
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