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La portada del libro 'La Rosa Blanca'. L.R.

Sophie Scholl, viaje a lo extraordinario

Gacetilla de un tipo confinado (XXXIV) ·

Nuestro mundo, el que conocimos antes de enviarnos al fondo de nuestras casas, quizás haya desaparecido para siempre

Domingo, 19 de abril 2020, 09:08

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Siempre he amado a Sophie Scholl. Antes de nacer, cuando ella ya llevaba tres décadas gillotinada, yo ya la amaba. La seguiré amando después de muerto y espero que mis hijos la amen como la ha amado su padre. Sophie Scholl, la Rosa Blanca, la joven alemana que armada de papel, boli y multicopista desafió a la máquina de matar más eficaz y sangrienta jamás creada por el hombre: el nacionalsocialismo.

Sophie, junto a su hermano Hans y otros estudiantes como Christoph Probst, Alexander Schmorell y Willi Graf, crearon un minúsculo grupo de resistencia en Múnich que elaboraron y repartieron seis series de octavillas antinazis (impresas con tinta de té para no dejar rastro), además de realizar pintadas contra Hitler y sus atrocidades: «El nombre alemán permanecerá para siempre mancillado si la juventud alemana no se alza para vengar y expiar, al mismo tiempo; para aniquilar a sus opresores y construir una nueva Europa espiritual».

En los momentos más extremos, en las perversiones más profundas de la historia, siempre existe espacio para los héroes, para la supervivencia de la dignidad, para la entrega absoluta y radical, a sabiendas de que el desafío estaba inexorablemente condenado a la derrota y la muerte.

«No buscaban el martirio, querían que la gente como tú y yo pudiéramos vivir en una sociedad compasiva y libre»

Nuestro mundo, el que conocimos antes de enviarnos al fondo de nuestras casas durante semanas, quizás haya desaparecido para siempre, pero no se puede permitir olvidar ejemplos como el de la Rosa Blanca: personas normales haciendo algo extraordinario. Igne Scholl, una hermana que sobrevivió, recuerda que «no buscaban el martirio en nombre de ningún ideal superior, querían que la gente como tú y yo pudiéramos vivir en una sociedad compasiva y libre».

Sophie y Hans fueron detenidos por la Gestapo el 18 de febrero de 1943. A Sophie le sobraban folletos, subió la escalera del atrio de la Universidad y los lanzó sobre los estudiantes. Un conserje afín al Partido Nazi la entregó a la policía. Cuatro días después fue ejecutada junto a su hermano: «Vamos a hacer el último viaje juntos. –Sí, juntos– respondió Sophie».

Imagino a los dos en un viaje que no ha concluido. A veces los veo paseando por cualquier parque y ahora estoy convencido de que llevan mascarilla y estarán en alguna UCI. Personas como usted o como yo haciendo algo extraordinario.

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