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El valle del Iregua también habla alemán
El programa 'Panamá Reloaded' propicia que jóvenes de Hannover ejerzan de camareros, mecánicos, cocineros, agricultores y maestros en Nalda y Albelda
Sara Fiedorczuk, alemana de 27 años, ha trabajado en una óptica en Hannover pero ahora hace prácticas en las huertas del Iregua de Nalda junto ... a Lara Marie Grundmann, de 21, quien sí tiene experiencia en jardinería. A ambas jóvenes les encanta lo que hacen pero no creen que se vayan a poder dedicar a ello en Alemania. Lucius Ahmad, de 22 años, ha trabajado en un supermercado y ahora atiende la barra del bar Las Sirenas de Albelda. Abdallah Djedidi, también de 22, tiene conocimientos de informática pero ahora ejerce de mecánico de automóviles en un taller. Y Ali Abed Jawanbakht, de 23, con experiencia en peluquería, es cocinero y celador en la residencia de mayores de Nalda.
La tercera edición del programa 'Panamá Reloaded' de la organización Werk-Statt-Schule de Hannover y la asociación El Colletero de Nalda propicia que alemanes de 18 a 30 años residan un tiempo en Nalda y trabajen en diferentes puestos laborales. «Es una experiencia única porque los sacamos de su entorno y los llevamos a 2.000 kilómetros para trabajar en empresas locales, ganar confianza y descubrir competencias que no sabían que tenían… Es salir de la zona de confort», explica Bahía Steinhof, responsable de Werk-Statt-Schule y descendiente de Villamediana. «La experiencia es muy bonita y les marca para toda su vida», añade Steinhof.
Antes de viajar se les imparten clases de español y en Nalda residen con familias de acogida, aunque comen todos juntos. «Generalmente la gente acepta muy bien las prácticas porque saben que para que estos colectivos salgan adelante deben tener la experiencia laboral. Incluso teníamos a uno para trabajar en el Ayuntamiento, pero se rompió un codo», señala Raquel Ramírez, de El Colletero. Otros años también han gestionado prácticas en una peluquería. Lo principal es que por el lugar de trabajo pase la línea del autobús metropolitano M3 para que sean autónomos. «Cada uno tiene su motivo por el que no encajaban bien, pero esto no se les olvida nunca porque aquí la gente es muy cariñosa. Muchos toman una nueva perspectiva», advierte Steinhof.

Ángel Rodríguez, responsable del bar Las Sirenas, reconoce que se adhiere al programa porque le gusta ayudar. «Hay que esforzarse con ellos porque no vienen aprendidos pero notas cada día cómo mejoran con el idioma y el trabajo. Incluso me preguntan si van a volver porque dejan huella. A veces hasta viene algún alemán y hablan con ellos, aunque sobre todo se manejan en ingles», explica Ángel Rodríguez. Por su parte, Lucius Ahmad admite que «quería probar y me encanta, al principio me costó pero ya estoy más seguro y me defiendo».




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«Gratificante»
Adrián Arias, de Talleres Iregua, expone que «el aprendizaje de Abdallah ha sido gratificante porque, aunque tenía nociones, no tenía práctica y lo está haciendo bastante bien, es educado y proactivo». El propio Abdallah Djedidi reconoce que, «aunque tenía algún conocimiento, lo he aprendido todo aquí, trabajar en esto puede ser una opción porque me gusta».
Caridad Sainz, de la residencia Nuestra Señora del Pilar de Nalda, asegura que allí tienen las puertas abiertas: «No es un trabajo complicado: cocinar, barrer, fregar… Y los mayores siempre acogen a los jóvenes y les cogen cariño, son muy acogedores». Y para Ali Abed Jawanbakht es una experiencia enriquecedora, y lo dice con una sonrisa: «Me gusta ayudar a los abuelos, pero nunca había hecho algo así».
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