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El 'jarrero' Juan Cadiñanos en el IMOMA de Asturias.
Genética riojana contra el cáncer

Genética riojana contra el cáncer

Un investigador jarrero identifica los genes que frenan los tumores de próstata

Luis J. Ruiz

Martes, 28 de marzo 2017, 22:33

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A Juan Cadiñanos Bañales (Vitoria, 1976) lo que siempre le ha gustado es la ingeniería genética, lo de «modificar los organismos... pero con una finalidad médica». Jarrero 'de hecho' -«mis padres y los padres de mis padres, salvo uno, son de Haro y ejerzo todo lo que puedo»-, nació en Vitoria y estudió Biología y Bioquímica en Oviedo.

Al Principado regresó en el 2008 tras pasar por Boston y Cambridge después de doctorarse, de la mano de Carlos López Otín -«el científico más importante de España en Biología»-, con una tesis en la que empezó a coquetear con los procesos tumorales y el envejecimiento. En Oviedo dirige el laboratorio de medicina molecular del Instituto de Medicina Oncológica y Molecular de Asturias (IMOMA), en el que recaló con un proyecto de investigación sobre un gen supresor tumoral, el PTEN, que evita el crecimiento descontrolado de las células. Nature Genetics, la revista genética más importante del mundo, acaba de publicar su trabajo en el que ha identificado más de un centenar de genes que cooperan con PTEN para frenar el cáncer. Sobre todo en el de próstata, aunque no exclusivamente.

Explicar al recién llegado su trabajo es complicado. «Si lo simplificamos mucho no cuento nada», dice antes de una profusa explicación que destila entusiasmo y capacidad docente.

Partiendo de los 21.000 genes del genoma, Cadiñanos explica que trabajaron con ratones «modificados genéticamente» en los que hicieron que «un fragmento importante del PTEN se convirtiera en un 'transposón'», es decir, que saltara de una parte a otra del genoma. El resultado, resumiendo mucho y obviando todos los procesos explicados en la web del IMOMA fue que allá donde aterrizaba se producía una doble mutación. «Se obtuvieron muchos tumores. Casi todos los machos desarrollaron el de próstata, pero también de piel y de mama». El siguiente paso fue analizar en qué genes aterrizaba ese fragmento 'saltarín' para concluir que «son candidatos a ser supresores tumorales que cooperan con PTEN para frenar el cáncer».

El trabajo se centró en cinco genes antes de dar el salto a las células humanas benignas de próstata: «Cuando les quitamos esos dos genes PTEN y cualquier otro de los cinco, las células adquieren características malignas», explica. Y del 'in vitro' pasaron a pacientes con cáncer de próstata. «Según avanzaba el tumor, la cantidad de esos genes es menor. Eso indica que son supresores tumorales. Además, los pacientes con más niveles de estos cinco genes tienen un mejor pronóstico». Como investigación básica, dice, «genera más información sobre el cáncer», pero tiene una aplicación inmediata: «Se pueden utilizar los cinco genes como marcadores en los pronósticos y se podrá evitar tratamientos, que son muy agresivos, que no siempre es necesario aplicar».

«Ganaremos la batalla final al cáncer. No sé en qué generación, pero se ganará. Sólo hay que encontrar su puntos débiles», dice optimista.

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