Veintiséis municipios de La Rioja carecen de niños censados de entre 0 y 14 años

Despojados de la savia imprescindible que concede el no siempre bien ponderado «juventud divino tesoro...», cuatro de cada seis pueblos de la comunidad caminan hacia una extinción casi inevitable cuando sus actuales poblaciones envejecidas dejen desiertas unas calles que hoy ni siquiera sueñan con las mínimas oportunidades de relevo generacional.

Son municipios sin risas cristalinas, sin voces y grititos estridentes. Son enclaves rurales en los que no se oye hace ya mucho tiempo el bote de un balón, el rodar de un cochecito infantil o el timbre de una pequeña bicicleta. Son, en definitiva, pueblos sin niños, y, a la par, sin provenir. Y la triste realidad es que no son unos pocos. Hablamos de nada menos que 26 municipios sin un solo niño en sus censos -Ajamil, Arenzana de Arriba, Bergasillas Bajera, Bobadilla, Brieva, Canales de la Sierra, Cellorigo, Gallinero, Hornillos, Ledesma, Leza, Manzanares, Muro, Navajún, Nieva, Pazuengos, Pinillos, San Millán de Yécora, Terroba, Torre en Cameros, Torremontalvo, Valdemadera, Villar de Torre, Villarejo, Villaroya y Zarzosa- a los que hay que sumar otra decena con un único habitante infantil y otros 27 en el que su población menuda no alcanza el mínimo de cinco para mantener abierta una escuela.

Con un porcentaje de 14,5 niños por cada cien habitantes en el conjunto de la comunidad, solo existen en la actualidad un puñado de municipios que puedan presumir de un 15% o más de habitantes infantiles en sus censos, un capítulo en el que no está ni Logroño (14,7%) ni la mayoría de cabeceras de comarca, excepto Calahorra y Arnedo. Junto a esas dos, otras 25: Aldeanueva, Anguciana, Arnedo, Autol, Calahorra, Entrena, Fuenmayor, Gimileo, Lardero, Medrano, Navarrete, Pradejón, Rincón, Tricio, Uruñuela, Ventosa, Villamediana y Zorraquín, en un ranking que lideran algunos de los municipios cercanos a la capital riojana que se beneficiaron del asentamiento de matrimonios jóvenes -Villamediana, con el 21% y 1.692 niños de entre 0 y 14 años; Lardero, con 1.962, 18,7%; y Navarrete 515 y 17,5%- y dos pequeños milagros demográficos: Zorraquín, con 18 habitantes infantiles en un censo de 93 (19,4%) y Medrano con 59 en una población de 338 (17,5%).

No es la falta de relevo generacional el único problema que acecha al futuro de amplios núcleos de la comunidad, que no obstante, no registra en conjunto una de las edades medias más altas del país. Con 44,41 años de media (43,23 en el censo masculino y 45,56 en el femenino), la región, casi un año por debajo de la media nacional (43,35), ocupa el octavo puesto tras Asturias (48,33), Castilla y León (47,61), Galicia (47,25), Cantabria (45,55), País Vasco (45,37), Aragón (44,84) y Extremadura (44,45).

Lo malo viene cuando el punto de mira se sitúa en los datos municipales riojanos, en los que, aunque no es posible establecer una edad media de los censos, las alarmas se encienden en casi medio centenar de ayuntamientos; en concreto en los 46 en los que los mayores de 65 años superan el 40% de su población total y, sobre todo, en los 14 en los que ese porcentaje supera el 50%. Hablamos de municipios como Villaroya, con un 80% de mayores y sin un solo habitante menor de 16 años en sus calles; o Valdemadera, con el 62,5% y sin pequeños; o Robres, con el 58,6% y un único habitante infantil, en este caso de entre 5 y 9 años.

Mal futuro para una región que tiene ya 66.249 mayores de 65 años, de los que 12.745 han superado los 85 años, y solo 49.148 niños o adolescentes para salvar su porvenir.