Incertidumbre en el colegio Cornago

Por el momento presta servicio a tres estudiantes: Oier y Dioni, de segundo de primaria, y Tamara, de sexto. La chica pasará el próximo curso a secundaria y entonces, si no llegan los dos nuevos estudiantes, las aulas cerrarán como ya ocurrió en el 2018 con el colegio de Cabretón, perteneciente al CRA Alhama con Cervera, Aguilar y Valverde.

Es un síntoma más de que la comarca se queda sin niños y sin futuro. El cese de un servicio porque no hay a quien prestarlo resulta dramático pero inevitable.

Ana Chereches ejerce en Cornago como tutora y especialista en inglés, y lo hace por primera vez en el ámbito rural tras haber trabajado en Arnedo. Comenzó en septiembre a media jornada y desde enero está a tiempo completo hasta a final de curso. «La diferencia de tener que dar clases a cien niños a hacerlo ahora con tres resulta enorme», reflexiona. Según detalla, «el trato es familiar en ambos casos, pero aquí llegas a conocer en profundidad a los chavales; les ayudas de manera más individual y les viene muy bien». «La principal desventaja es que no socializan con otros niños de su edad», dice. Ana está encantada con su labor. «La verdad es que no me aburro con ellos y se pasa el tiempo volando como si estuviese con veinticinco», reconoce. «Podemos charlar más, hacen más preguntas y responden más». «En el patio tengo que jugar con ellos al escondite, por ejemplo, y ponerme muchas veces en su lugar. Al ser tan pocos...», comenta.

Excepcionalmente, cuando visitamos el colegio cornagués coincidieron otras dos profesoras. Rebeca Guillermo de PT (Pedagogía Terapéutica) lleva cinco años en el CRA Linares procedente de Tarazona y destaca la coordinación de los cuatro centros para la realización de actividades en conjunto que facilitan que los niños se conozcan entre sí.

Teresa Redondo, extremeña residente en Logroño, es orientadora desde este curso en el CRA Linares y, como apoyo, en Aldeanueva de Ebro. Trabaja en equipo con sede en Calahorra. El viernes se realiza la labor de coordinación en función de las necesidades de cada centro y su cometido se basa en el asesoramiento a profesores, a familias, la evaluación psicopedagógica de los niños que la requieren, intervención y realización de proyectos.

Para ellas, el cierre del centro sería dramático. «Una vez que un colegio cierra resulta complicado abrirlo y, además. un pueblo sin escuela no es atractivo para una familia con niños que quiera instalarse en él», aseguran.