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'Chalecos amarillos' queman contenedores. JULIEN DE ROSA (EFE)

Los violentos se adueñan de la marcha del Día Internacional de los Trabajadores en París

Los 'chalecos amarillos' tratan de reivindicarse pero grupos de encapuchados armados se enfrentan a la Policía provocando más de 170 detenciones, incluidas las de tres españoles

Paula Rosas

Corresponsal en París (Francia)

Miércoles, 1 de mayo 2019, 15:24

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Ante la atenta mirada de más de 7.400 agentes de las fuerzas de seguridad, Francia celebró ayer un 1 de Mayo de reivindicaciones labores y sociales bajo una tensión elevada. A las tradicionales convocatorias de los sindicatos se sumaron este año los llamados 'chalecos amarillos', un movimiento con reivindicaciones diversas que ha liderado desde hace cinco meses la lucha de una clase media empobrecida en Francia. Sin vínculos con las centrales tradicionales ni con la protesta obrera organizada, quisieron aprovechar las manifestaciones del Día Internacional de los Trabajadores para dar un nuevo impulso al movimiento, ahora de capa caída.

Los primeros disturbios en París comenzaron una hora antes de que partiera el grueso de la manifestación principal, previsto para el mediodía en los alrededores de la estación de Montparnasse y donde se concentraron varios miles de personas. Un grupo de unos 50 encapuchados vestidos de negro lanzaron proyectiles a la policía, que respondió con gases lacrimógenos.

Según el Ministerio del Interior, los conocidos como 'black blocs' habrían hecho un llamamiento a través de internet para convertir París en «la capital de los disturbios». Estos, unidos a los militantes más radicales de los 'chalecos amarillos' que ya habían protagonizado diversos altercados y saqueos en los últimos meses, venían preocupando hace días a las autoridades francesas, que se habían preparado para una jornada previsiblemente violenta.

A última hora de la mañana, al menos 170 personas habían sido detenidas solo en París, donde se hicieron numerosas incautaciones de objetos que pudieran servir como armas. Durante la noche previa, tres españoles fueron arrestados junto a un coche con matrícula española en el que se encontraron bombonas de butano, bidones con gasolina, martillos, cuchillos y otros objetos contundentes.

Ante la previsión de disturbios, la prefectura de la Policía ordenó el cierre de los comercios y restaurantes junto a los que tenía previsto pasar el recorrido del desfile sindical en París.

Estaciones de metro cerradas

Los transportes públicos de la capital francesa también se vieron fuertemente perturbados por la manifestación, con más de una treintena de estaciones de metro cerradas. La jornada de este miércoles fue una auténtica prueba de fuego para el ministro del Interior, Christophe Castaner y las nuevas medidas de seguridad que ha impulsado el Gobierno de Emmanuel Macron.

Varias zonas, como los alrededores del Arco del Triunfo, los Campos Elíseos, la Asamblea Nacional, el palacio del Elíseo y la catedral de Notre Dame, fueron vetadas a los manifestantes para evitar situaciones como las vividas en las últimas convocatorias de los 'chalecos amarillos', donde decenas de vehículos y kioscos fueron incendiados y numerosos comercios saqueados. El Ejecutivo quería evitar con ello que se repitieran escenas como las del 1 de Mayo de 2018, cuando unos 1.200 'black blocs' prendieron fuego a un restaurante de Mc Donald y destrozaron abundante mobiliario urbano.

La CGT, el principal sindicato francés, había organizado 199 convocatorias en toda Francia, aunque como suele ser habitual la violencia de unos pocos acabó ahogando las reivindicaciones laborales de los miles de participantes.

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