No conviene hablar (demasiado) del rival

La nueva política, la de los manuales y la imagen pública habla mucho de eso, de mostrar templanza ante las cámaras, de obviar a los rivales y de presentar unas ideas generales del programa, pero sobre todo hablan de exhibir cercanía. Y a eso se han dedicado los siete principales candidatos a la Alcaldía de Logroño: a venderse sin entrar en el barro, no fuesen a mancharles las salpicaduras.

Los mensajes cruzados han sido escasos, con gran protagonismo para el actual primer edil, Pablo Hermoso de Mendoza, que ha sido citado hasta en diez ocasiones por su actual socio discontinuo Rubén Antoñanzas (PR+E) y por su rival ideológica María Jiménez (Vox). En cinco ocasiones el mandatario socialista ha sido invocado por Alberto Bretón (Por La Rioja) y por su partenaire (continua) Amaia Castro (Podemos-IU). Y Eduardo Peña se ha acordado del primer edil tres veces.

Pero, ¿y Conrado Escobar, el a priori principal adversario de Hermoso de Mendoza? Una vez le ha interpelado y en otra ocasión ha hecho una referencia indirecta al alcalde, como si su nombre le quemase en la boca. Sí que ha hablado de sus políticas y de sus decisiones sobre la movilidad de Logroño. Pero, su nombre... ¡Vade retro, Satanás!

Más generoso ha sido el líder municipal del PSOE con el cabeza de lista de la oposición. Cinco veces le citado, dos veces más que al representante de Ciudadanos (habló de él en tres ocasiones, aunque dos de ellas fueron para acordarse de los ediles no inscritos, ese ejemplo del Frente Popular de Judea tan logroñés). Mientras, solo una vez citó a Amaia Castro y Rubén Antoñanzas, sus apoyos, mientras que Jiménez y Bretón no merecieron su atención.

Amaia Castro y Antoñanzas también han tenido sus recuerdos para Conrado Escobar (han coincidido en citarle en ocho ocasiones) y poco más. Porque las interpelaciones directas han sido más bien escasas en un debate de guante blanquérrimo.

Las más curiosas de las citas cruzadas han sido la única vez que el cabeza de lista municipal de PR+E se ha dirigido (sin nombrarlo) a Alberto Bretón, a cuya formación ha acusado de ondear una «falsa bandera regionalista», o el cruce de interpelaciones entre Castro y Bretón por... las zonas de esparcimiento canino.

Y es que la tónica general ha sido la de flotar sin enredarse, evitando los golpes directos y llevando la práctica ese viejo axioma de «si no se habla de algo, no existe». De Eduardo Peña solo se ha acordado Hermoso de Mendoza. De Antoñanzas, el socialista y el popular, pero nadie más. Y de la representante de Vox, solo Amaia Castro (en tres ocasiones, como San Pedro, y también para negarla), aunque no ha caído en hablar de la ultraderecha, algo que no ha podido evitar María Jiménez, que en un par de ocasiones ha sacado del armario el concepto 'socialcomunista'. Y de Bretón, más de lo mismo: una vez Peña, otra Castro (los perretes) y la de Antoñanzas, ni Escobar, que fuera carne de su carne, ni Hermoso de Mendoza se han dado cuenta de que estaba en la misma sala. Solo Amaia Castro ha intentado salir de la atonía pero, en el momento de hablar de los pactos, ha visto claro (y ha verbalizado) que sus adversarios no iban a entrar en la batalla.

Así que combate nulo y a seguir peleando voto a voto, ya lejos de las cámaras y de los peligros de las respuestas. Y el que quiera espectáculo de contacto, que se ponga vídeos del 'pressing catch'.