Los candidatos minoritarios nadan, Andreu y Capellán guardan la ropa

Con los siete candidatos plantados de pie, cada uno frente a su atril, enseguida quedó perfilado el bando gubernamental, que defendió la gestión realizada desde 2019. «La Rioja votó cambio hace cuatro años, en el fondo y en las formas», arrancó la presidenta y candidata del PSOE. Concha Andreu y la aspirante de Podemos-IU, Henar Moreno, escenificaron una sintonía evidente, mayor incluso de la que han mostrado en muchas sesiones parlamentarias de esta legislatura. Nadie duda de que, si pueden, repetirán pacto y eso aporta al elector una certidumbre que no se aprecia en el lado diestro, cuyos dirigentes juegan al despiste y al vamos a ver qué pasa el domingo. Hasta dio la sensación de un reparto, tal vez involuntario, de papeles. Andreu solo confrontaba con Capellán, como si los aspirantes minoritarios estuviesen emitiendo sonidos en otra frecuencia, mientras que Henar Moreno se batía en duelo con todos los demás candidatos, en especial con el representante de Ciudadanos, Ángel Íñiguez, que se convirtió en el animador del debate y al que se le vio cómodo luchando contra los rivales, contra las encuestas, contra la ola nacional, contra la agonía de su propio partido. Parecía uno de esos habilidosos espadachines de las antiguas películas, lidiando con varios enemigos a la vez, algunos visibles y otros –los peores– invisibles.

Andreu y Capellán llegaron al plató de TVRcon la idea de no perder la sonrisa y con el firme propósito de no meterse en más líos de los necesarios. Salieron ambos a empatar el partido, como aquellos equipos de Segunda B que alinean a nueve defensas, un centrocampista y medio delantero. Su juego no fue vistoso. No encajaron muchos goles, pero tampoco los marcaron. Andreu subrayó su apuesta por lo público, sobre todo en el ámbito sanitario, y destacó los indicadores económicos de La Rioja: «Tenemos un 8,8% de paro, el mejor dato en quince años, con una enorme contratación idefinida. Cuatro de cada diez contratos son ahora indefinidos, cuando antes solo lo era uno». «La economía se está reactivando», enfatizó. Capellán, sin embargo, lamentó que La Rioja hubiera «languidecido» durante estos cuatro años y reprochó a la presidenta que estuviera «dejando pasar la gran oportunidad de los fondos europeos». El aspirante del PP se refirió, por ejemplo, a la iniciativa Voces de la Lengua: «Pasarán los espectáculos y no dejarán nada en el territorio. Nosotros vamos a aumentar las escuelas que forman en español, apoyando a jóvenes egresados de Lengua y Literatura de la Universidad de La Rioja para que constituyan sus empresas y se conviertan en un motor de desarrollo».

Fue este el momento de mayor fricción entre ambos, aunque no por la lengua, sino por otro de los proyectos regados con fondos europeos: la Ciudad del Envase y del Embalaje. Capellán reclamó que el centro se hiciera de acuerdo con las empresas y culpó a la presidenta de «contaminar la campaña» poniendo en su boca cosas que nunca dijo. Andreu lo reconvino: «Está cometiendo un error, señor Capellán. Nosotros no despreciamos ni proyectos ni tecnologías, como hace usted con el centro del envase. Está despreciando a más de treinta empresas que firmaron su apoyo al centro nacional de tecnologías del envase y del embalaje, el apoyo de la Universidad, de numerosos municipios de La Rioja Baja...». Al candidato del PP solo le quedó tiempo para apostillar: «Yo soy una persona honesta y educada; yo no desprecio nada. Le he dicho que ese centro se va a reconducir de acuerdo con las empresas». «Más de treinta empresas lo apoyaron», remachó la presidenta.

Hubo en la sala una inesperada, aunque obvia, unanimidad cuando los candidatos reconocieron que la comunidad autónoma padecía un importante retraso en infraestructuras, sobre todo de comunicación. «La Rioja lleva años de abandono. Las conexiones por carretera y por ferrocarril están olvidadas», sentenció de entrada Sonsoles Soriano, candidata de Por La Rioja. Nadie le pudo llevar la contraria. Ángel Alda (Vox) culpó del atraso a las «concesiones al separatismo»; Inmaculada Sáenz (PR+E) lamentó que la región se hubiera convertido en una isla y denunció la falta de fibra óptica y de cobertura de móvil en todo el territorio; Henar Moreno (Podemos-IU) reconoció que este es «uno de los grandes déficits»; y Ángel Íñiguez (Ciudadanos) se atrevió a resumir la sensación general con una picante metáfora televisiva:«La Rioja se ha convertido en La Isla de las Tentaciones. Todo el mundo quiere venir, pero nadie sabe cómo llegar».

Los dos candidatos mayoritarios se anduvieron con tiento en un asunto con muchas púas. El pasado es una mancha pegajosa y la hemeroteca guarda regalitos para todos. Andreu reprochó al PP que no liberara la autopista cuando pudo hacerlo, en el año 2011, y censuró que hubiera dejado caducar el informe de impacto medioambiental del tramo Logroño-Castejón. Capellán contraatacó recordando que «el lastre definitivo de la alta velocidad, por la que nos vamos hasta el año 2050, fue una decisión política de Pepiño Blanco como ministro del Gobierno socialista de España». Una vez aventados los fantasmas del pasado, queda un escenario desolador, pero también un posible futuro. «Me comprometo a ser un presidente beligerante en Madrid para remediar el déficit en infraestructuras», señaló Capellán. «Ahora sí podemos decir que por fin los riojanos vamos a tener el primer trayecto de alta velocidad», subrayó Andreu.

A medida que avanzaba el debate, cada aspirante iba dibujando su propio retrato. Hubo fricciones en Educación y en Sanidad, aunque soterradas, sin descender al cuerpo a cuerpo. El candidato de Vox fue el más beligerante en este punto, al criticar al Gobierno por haber cambiado «conocimientos y maestros por ideología y activistas en las aulas». Llegó Ángel Alda –rostro pétreo, figura imperturbable, rictus severo– a pronunciar una admonición apocalíptica:«La inocencia de los niños, lo más preciado de nuestra sociedad, está siendo atacada y destruida por aquellos que afirman que la educación ya no es competencia de los padres». Los demás no utilizaron palabras tan esdrújulas. Capellán se comprometió a que toda la oferta educativa, «venga de la red concertada o de la pública», fuera de calidad «para que las famlias puedan elegir». En la misma dirección caminaron Sonsoles Soriano y Ángel Íñiguez. Inmaculada Sáenz reclamó una FP «adaptada a las necesidades de La Rioja» y una solución para centros masificados como La Laboral. Enfrente, tanto Andreu como Moreno se enorgullecieron de haber «reforzado los servicios públicos» y la presidenta aseguró que en La Rioja había ahora «1.041 profesores más que al principio de la legislatura». Henar Moreno se dirigió directamente a Capellán para espetarle: «El PP quiere fortalecer la atención sanitaria como en Andalucía o en Madrid, privatizándola y externalizando servicios, lo mismo que hicieron en educación». Andreu también se enorgulleció de haber recuperado servicios sanitarios externalizados y aseguró que su gobierno había contratado «a más de 700 profesionales sanitarios». «En sanidad –replicó Capellán– hay un cuadro idílico que no se corresponde con la realidad».

El debate se cerró con el minuto de oro. Todos los candidatos pidieron el voto para sus partidos, aunque dos aspirantes (Sonsoles Soriano y Concha Andreu) lo reclamaron directamente para sí mismas, con nombre y apellidos, lo que siempre deja una sensación confusa en el espectador. De nuevo el más afilado fue el representante de Ciudadanos, Ángel Íñiguez, que hizo de la necesidad virtud y empleó la autoironía, un recurso que le alzó por encima de la retórica más adocenada de sus compañeros. «Sé que muchos nos dan por muertos, pero pocos se alegran. Decían que la campaña iba a ser nuestro funeral, pero nunca he estado en un funeral con tanta energía».

Por quién doblan las campanas, si acaso doblan por alguien, lo descubriremos el domingo.