Darío se queda en cuatro
Altuna pasa a semifinales del Manomanista tras un partido en el que no hubo batalla y al que el pelaire acudió muy mermado de manos
Visto y no visto. Se presumía un partido intenso, duro y de emociones, pero todo quedó en una enorme decepción. Jokin Altuna pasa a semifinales ... del Manomanista y Darío se queda en el camino. El 22-4 refleja lo visto en el frontón de Bilbao. Altuna jugó como suele hacerlo cuando se ve al límite y Darío estaba limitado por sus manos, en precario estado, aunque no se excusó en ello. Un pelotari de los pies a la cabeza.
Altuna
22
-
4
Darío
-
Duración: 42 minutos
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Pelotazos: 192
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Saques: Altuna, 3; Darío, 0
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Faltas: Altuna, 0; Darío, 0
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Ganados: Altuna, 16; Darío, 2
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Perdidos: Altuna, 2; Darío, 3
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Marcador: 0-1, 1-1, 1-3, 16-3, 16-4 y 22-4.
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Botilleros: Gorka Altuna, con su primo; Asier Gómez, con su hermano.
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Incidencia: Frontón de Bilbao. Último partido de la liguilla de cuartos de final del Manomanista.
Darío sufrió mucho. Y su hermano Asier, también. Por partida doble. Y eso que el pelaire comenzó con un juego que invitaba a la victoria, pero fue un pasaje muy efímero. Con el 3-3 se apagó la luz para él. Altuna le pasó por encima de principio a fin y se marchó primero hasta el 16-3 y luego al 22-4 definitivo. En sí, no hubo partido.
«Jokin ha jugado mucho mejor. Que tenga suerte. Es el único representante que nos queda y estamos todos con él», reconocía Darío. El riojano es un pelotari especial y un hombre honesto. Altuna desveló que otro, con las manos que tenía Darío, no hubiera jugado. «No sirve nada hablar de las manos. Jokin me ha buscado las cosquilas en mi izquierda y no he podido hacerle daño», reiteraba Darío, eludiendo cualquier tipo de excusa, aunque estaba dolido. «Quería hacerle un regalo a mi hermano, que es su cumpleaños y ya ves», remataba en ETB.
Darío dio el primer paso al arrebatar el saque inicial al amezquetarra con una dejada al ancho, pero entregó el siguiente tanto al cruzar el límite de altura lateral. Ese error le impidió fomentar una tacada, fundamental en esta disciplina. Se puso por delante tras una pelota a la chapa de Altuna y un saque largo y dejada, 1-3. Y ahí acabó su recorrido. Apenas cinco minutos. Altuna recuperó el saque con una violenta volea al rincón e inició el despegue hacia semifinales. Los tantos fueron cayendo. Solo las visitas a la silla frenaban al amezquetarra. «Cambia la cara», le espetó Asier a su hermano con el 6-3 y después de haber encajado su primer saque. Darío estaba a punto de desconectarse.
Altuna siguió con su guion. Se colocaba en el centro y maniobra. Insistía con pelotas al cinco o al seis, no muy largas, pero efectivas. O ganaba por pelotazo, por desborde, como en el 9-3, o por ajustar a la pared, caso del 10-3. «Olvídate de todo. La mirada al frontón. Esto no es nada. El año pasado estuvimos 10-3. En cuanto cojamos el saque esto va a cambiar», le decía Asier en busca de esa palabra que reactivara la mente de su hermano. No había nada que hacer.
De nuevo a la cancha, a ese escenario de gloria o tortura y este domingo era sinónimo de sufrimiento. Altuna sumó su segundo saque y enlazó tres pelotazos ganadores. Darío corría hacia lo imposible, 14-3. No había vuelta atrás por mucho que Asier siguiera buscando su reactivación. «Cabrearse ahora no sirve de nada. Nos olvidamos. Claro que jode, pero hay que ser positivo y seguir», insistía. Mandó Darío la pelota al colchón inferior antes de que Altuna alcanzara el 16-3 con un pelotazo y se tomase un respiro. Cometió un error y Darío cogió el saque y un nueva esférica de más salida, pero como lo tomó, lo dejó. Su último fallo, porque solo cometió tres. Y ahí empezó el amezquetarra su tacada final que cerró con una pelota cortada a la pared lateral. Punto y final. Tercer enfrentamiento y tercera victoria. Darío deberá seguir esperando. Se merece algo más.
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