Borrar
Hamilton, pentacampeón de luto
GP de México

Hamilton, pentacampeón de luto

Nada más ganar su quinto Mundial, Hamilton viajó a su casa de Los Ángeles para celebrarlo tranquilamente con sus más allegados tras el fallecimiento de su abuelo tres días antes

david sánchez de castro

Jueves, 1 de enero 1970

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

No se entiende un éxito, sea del tipo que sea, sin una fiesta de celebración. Ganar está bien, pero celebrarlo es una explosión de júbilo que sirve no sólo para conmemorar con los presentes el hito logrado, sino también para saberse el centro del mundo por unos instantes. El tamaño de las fiestas suele ser directamente proporcional al logro: cuanto mayor es lo conseguido, más se lleva al extremo la juerga.

Y eso era lo que se esperaba de Lewis Hamilton. El británico se proclamó el domingo pentacampeón del mundo de Fórmula 1, algo que sólo Juan Manuel Fangio y Michael Schumacher habían conseguido en toda la historia de la competición. Por eso, a pocos les extrañó que nada más cumplir con la celebración en el propio circuito junto a sus compañeros del equipo Mercedes, Hamilton cogiese las maletas y junto a su séquito se marchasen al aeropuerto para coger su jet e irse a Los Ángeles, donde tiene una casa. Allí, muchos habrían dado por seguro un local hiperexclusivo cerrado para sus amigos, y una juerga de proporciones épicas.

Nada más lejos de la realidad. Hamilton se fue a casa, derrotado de cansancio, y pasó la noche junto a sus mascotas, los bulldogs Roscoe y Coco, además de unos pocos allegados. Y es que Hamilton no estaba para muchas fiestas. En lo profesional, había llegado al culmen de su carrera unas horas antes, había alcanzado una cota que sólo habían pisado dos de las mayores leyendas del deporte mundial en la historia, pero en sus adentros aún lloraba como un niño. Y es que, como reveló posteriormente en una entrevista, los Hamilton están de luto: el abuelo Davidson murió el viernes.

«El jueves me enteré de que mi abuelo estaba en el hospital, y me di cuenta de que no sabía nada de mi padre, así que le escribí y me dijo que le llamara. Cuando lo hice, me dijo que el abuelo había fallecido hacía una hora. Fue muy duro. He estado en contacto con la familia estos días. Por un lado es muy triste, pero por otro estoy muy feliz por él, porque llevaba un tiempo luchando contra la demencia senil y ya ni reconocía a su hijo», relató Hamilton, notablemente emocionado, en una entrevista al 'Daily Telegraph'.

Tres días antes de que arrancara la carrera en el ruidoso Autódromo Hermanos Rodríguez, los Hamilton estaban llorando la pérdida del patriarca de la familia. Este afable anciano había sido uno de tantos emigrantes caribeños que, en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, viajaron para buscar un porvernir a su familia. Davidson Hamilton fue uno de ellos, y en 1955 dejó su Granada natal para vivir en Londres junto a los suyos, donde les dio una buena vida y les hizo felices. Como tantos otros.

«Ha sido un fin de semana muy duro para todos», confesaba el campeón del mundo Lewis Hamilton, con lágrimas en los ojos. «Mi abuelo era el padrino de la familia», recuerda. Y es que el pentacampeón, cuando se quita los collares, la ropa cara de marca y se mira al espejo, entre las decenas de tatuajes, sigue siendo aquel chaval que iba acompañado de su padre Anthony a los circuitos.

Para Lewis, su abuelo Davidson es toda una inspiración. «Cuando alguien muere, toda la familia se une. Mi padre y yo ya estábamos muy unidos, pero esto lo hará serlo aún más. Nunca olvidaré las cosas que hizo para que yo esté aquí y para que nosotros triunfásemos», rememora. «Realmente aspiro a ser como él, una persona de raza negra fuerte, y como padre, por hacer todo lo que hizo en tiempos muy difíciles, con lo poco que tenía. Creo que ese es su testamento para nosotros. Mi abuelo estaría muy orgulloso de nosotros, muy agradecido de ver cómo el nombre los Hamilton se ha establecido y que ha entrado en la historia, algo que es un poco loco de pensar», admitió.

Para Hamilton, la familia es lo más importante. Su padre Anthony fue uno de sus principales impulsores tanto antes de llegar a la Fórmula 1. Llegó a compaginar cuatro trabajos, dos de ellos nocturnos, para costear la prometedora carrera del muchacho, y su madre Carmen Larbalestier no sólo tuvo que bregar con las dificultades propias de esta situación, sino además contar con un hijo con discapacidad, como es el caso de Nicolas Hamilton, el hermano pequeño de Lewis.

En su mayor momento de gloria deportiva, Hamilton no quería más que estar con los suyos. Campeonatos mundiales aún le quedan, pero familia sólo hay una. Y eso vale más que cualquier trofeo, carrera o récord profesional.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios