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La UDL de Sergio destroza al Castilla en el Di Stéfano

Un sorprendente Logroñés marca cuatro goles en un ejercicio de control, juego y contundencia

la rioja

Sábado, 19 de noviembre 2016, 16:12

Y quién podía imaginarlo. La UD Logroñés llegaba a esta jornada como un hombre enfermo: baqueteado por mal resultado y mal juego, con el alma del proyecto hasta ayer (el entrenador Carlos Pouso) dimitido y con un provisional Sergio Rodríguez en el banquillo. Y encima, visitando en el Alfredo Di Stéfano al Real Madrid Castilla, un equipo de calidad tremenda y casi inexpugnable en casa.

Y lo dicho, quién podía imaginarlo: el Logroñés ha goleado este domingo en Valdebebas, un 0-4 rotundo e inatacable, y se vuelve para Logroño con otra carita. Por resultado, por juego y por poderío.

El partido había empezado como se podía esperar. Es decir, con un conjunto riojano temeroso y sin riesgos, poblado su centro del campo en la primera alineación de Rodríguez, y con un Castilla tocando con clase magistral y acercándose por el área hasta con facilidad.

La UD Logroñés tardó un cuartito de hora en acercarse por el área de Abad, y fue con un disparo de Muneta (enorme partido el suyo) que paró con gran clase Abad.

Y así, con las cosas pintando regular, se llegó hasta el 25: de nuevo Abad fue protagonistas, pero para mal: el portero de la cantera blanca se comió un córner y dejó el balón clarito en el medio del área para que Caneda voleara a gol.

Sería la suerte del (entrenador) debutante, pero el caso es que el Logroñés de Rodríguez se ponía por delante sin haber enseñado mucho más que solidez. Claro que, a partir de ahí, iba a enseñar otras dos cosas de ésas que hacen falta para prosperar en este deporte.

La primera, contundencia. Dos goles en minuto y pico: el segundo en el 35, un jugadón entre Espina, Muneta y Chevi que el propio Muneta refrendaba. Y el tercero, Pazó remachando en el segundo palo un centro de Muneta.

La segunda, portero. Si el chico del filial fue clave al tragarse un balón de lo más inoportuno, su homólogo de la otra puerta salvó dos balones con el 0-3 que hubieran podido cambiar la dinámica del partido. Dos paradones de un Miguel Martínez que pese a un año complicado para su equipo está mostrando un estado de forma tremendo.

Esperando la salida

Con el 0-3 al descanso, el primer cuarto de hora de la segunda mitad parecía clave. Como se esperaba, los chicos de blanco se lanzaron hacia delante, en busca de un gol temprano que les despejara el horizonte. Pero se encontraron con Miguel (otra vez) y con su propia inconsistencia defensiva.

Y así, llegó el cuarto: un fallo de la zaga, y un Azhraf que impedía un gol con la mano y se iba a casa con roja directa. Espina convirtió el penalti y dejaba el marcador en 0-4. Y los doscientos riojanos que estaban en Madrid (gran mérito de una afición que da un paso adelante en el peor momento del equipo) se frotaban los ojos mirando al electrónico.

Luego, en fin, pasó poco más. Miguel tuvo tiempo de parar alguna más, Javi Rey y Muneta pusieron la guinda a una tarde de gran nivel general, y el Castilla poco a poco bajó los brazos.

No se sabe qué pasará con Sergio Rodríguez, interino todavía a la espera de un nuevo entrenador. Sea lo que sea, podrá decir que debutó como técnico en Segunda B con un increíble triunfo en el momento más difícil y el lugar más insospechado.

Y quién sabe: quizá esto sea el principio del cambio. Ojalá.

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