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Edu García habla con sus jugadores durante un entrenamiento en Oyón. L.R.
La debilidad del fútbol riojano

La debilidad del fútbol riojano

La carencia de un referente abre las vías de escape a muchos jugadores a otras regiones, apoyados por sus padres y clubes

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Sábado, 21 de octubre 2017

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La decisión del Athletic de prescindir de los jugadores riojanos que acudían a su Centro de Tecnificación de Oyón ha causado sorpresa en el fútbol riojano. Diferente es que quienes están relacionados con este deporte hablen. El conjunto de Ibaigane aún no se ha pronunciado. El exjugador del Athletic Dani Aranzubía recuerda que pasó de Jesuitas a Lezama; Borja Viguera no oculta que su formación en la Real Sociedad le permitió jugar en San Mamés años después, aunque también había pasado por el Alavés. Son dos ejemplos.

«La verdad es que no sabía nada», admite Dani Aranzubía, que pasó de Logroño al Athletic de Bilbao en categoría cadete. El portero de Fuenmayor se retiró en el Atlético de Madrid, pero fue el Athletic el que le dio la posibilidad de llegar a ser profesional e internacional.

Aranzubía no profundiza mucho en el asunto. Es un tema delicado en Bilbao, aunque admite que en las últimas fechas hay cierta «controversia» con la llegada al Athletic de algunos jugadores de origen africano y con la posibilidad de fichar a un rumano. «Sí que se está poniendo en duda desde fuera la filosofía del Athletic», apunta antes de recordar que él no pasó por ningún centro de tecnificación, sino que fue directamente de Jesuitas a Lezama.

«No sé lo que ha pasado en Oyón, pero sí que se está poniendo en duda desde fuera la filosofía del club»

Dani Aranzubía | Exjugador del Athletic

En el fondo, lo que desvela está decisión del Athletic es que el fútbol riojano ha remado y rema en diferentes direcciones. «Cada club mira por lo suyo», asevera una fuente de la Federación Riojana, que no duda en afirmar que con estos convenios, quien pierde «es el fútbol riojano». «Este tipo de escuelas hace que estemos desunidos», sentencia.

Cuando el Logroñés estaba en Primera División disfrutaba de su cantera. Firmaba a los mejores jugadores para sus categorías inferiores, pero no aglutinaba en torno a él a los clubes. Ahora bien, los niños siempre tenían el escaparate y la ilusión de jugar algún día en el primer equipo blanquirrojo e incluso que éste les abriera la puerta a otros clubes y, en pocos casos, de la selección.

La travesía que vive el fútbol en La Rioja desde el año 2000 no ha hecho sino potenciar el individualismo. Cada club busca dinero fuera de La Rioja. Comillas y Berceo, desde Bilbao; ADL, EDF y Valvanera, desde San Sebastián. El Calahorra tiene un acuerdo con el Atlético de Madrid; y otros clubes de La Rioja Baja miran hacia Osasuna y se nutren, a su vez, de jugadores navarros. Y algo similar ocurre en La Rioja Alta, sobre todo en Haro. Estos clubes cuadran sus cuentas con el dinero que perciben, que para ellos es mucho, pero para una entidad de Primera es una nimiedad.

La UD Logroñés podría sumir el papel de aglutinar el fútbol, al menos, de la capital, pero un club de Segunda División B no está en condiciones de competir económicamente con uno de Primera. El dinero no llega de la Federación Española, sino de la Liga de Fútbol Profesional. Otro hándicap, como también lo es el sentimiento deportivo. Sin un club de referencia clara, los más pequeños se sienten más atraídos por Real Sociedad, Athletic, Zaragoza, Osasuna, etc. Y no sólo los más pequeños, sino los padres.

A muchos de ellos les seduce más que sus hijos jueguen esporádicamente en esos clubes que en el de casa, porque tiene menor potencial deportivo. De hecho, son muchos los padres indignados por la decisión del Athletic de excluir a sus hijos del centro de Oyón por el hecho de no haber nacido en el País Vasco o Navarra. Decisión que no empaña el magnífico trabajo que desarrolla Edu García León y otros muchos técnicos riojanos en Oyón.

Hay otra lectura. Los clubes que tienen convenio con la Real Sociedad tendrán ahora más sencillo fichar jugadores con la promesa de que acudirán al Centro de Tecnificación que la Real Sociedad tiene en Villamediana. Es una vía de doble sentido. Los ñaños cambian de equipo si tienen la opción de vestir los colores de un club de Primera, aunque no trabajen en sus instalaciones. Ese es otro paso más. Y ahí también entra la decisión de sus padres.

«Yo pude jugar en el Athletic de Bilbao porque me había formado en la cantera de la Real Sociedad», admite Borja Viguera, que milita en el Sporting de Gijón. El exjugador del Berceo dejó la Isla en su primer año juvenil para recalar en Zubieta. Después de pasar por varios clubes recaló en el Alavés, donde brilló con luz propia y firmó por el Athletic. «Si yo me hubiera quedado en el Berceo y no hubiera ido a San Sebastián, quizá no habría jugado en el Athletic», comentaba.

La filosofía del club de Ibaigane se mantiene con el paso de los años, aunque cada vez es más complicada de cumplir, por lo que se buscan ventanas. Si el Athletic ficha a un jugador en edad alevín, cadete o juvenil y va directamente a Lezama, su lugar de nacimiento ya no es un impedimento. Es el caso de Aymeric Laporte, que no ha nacido en Euskal Herria, pero que llegó a Lezama con 16 años. Laporte no podría haber acudido a un centro de tecnificación rojiblanco. Bajo esa misma fórmula fichó a Dani Aranzubia o Luis de la Fuente. A David López y Santi Ezquerro les abrió la puerta su paso por Osasuna, como a José Mari García.

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