Philipsen regatea a Viviani y repite triunfo en La Vuelta
El belga se apunta en Zaragoza su segunda etapa en un sprint en el que el italiano le cerró contra las vallas antes del final en Valdezcaray
Iván Benito
Sábado, 30 de agosto 2025, 18:37
Zaragoza está de fiesta sin ser El Pilar. Cumple 50 metas de La Vuelta en 90 años. Casi todas ellas conquistadas por hombres corpulentos y ... de piernas explosivas. Petacchi, Delio Rodriguez, Zabel, Van Poppel, Abdoujaparov, Jalabert, Eddy Planckaert... Ahora también Philipsen, que hace doblete en esta edición y se anota el quinto triunfo en La Vuelta. En el Tour tiene el doble, diez. A sus 27 años, tiene victorias por un tubo.
La zona en la que más se brinda en la capital del Ebro se llama así. El Tubo. Es conocido por sus calles llenas de bares de tapas y estrechas. Al sprinter belga también se le hizo angosta la recta de meta en la Ronda Hispanidad. Tenía por delante a Viviani, al que el Lotto lanzó a la perfección. El italiano salió por el centro, cara al viento, que pegaba más en la ciudad que en las afueras, y se fue desplazando hacia la derecha mientras esprintaba. Philipsen se quedaba sin hueco. Pegó un grito. Solo le quedaba el valor y la pólvora de sus piernas. Como si fuera un recortador, hizo un regate y se quedó solo ante la meta. «No hay nada de lo que lamentarse», dijo el ganador.
Para entonces, los jueces ya habían tomado nota. Viviani descalificado. Relegado al puesto 105 tras hacer segundo. «No se me ocurrió cerrarle el paso. No es así como se ganan las carreras», lamenta. Tiene 90 victorias en su palmarés, incluidas en las tres grandes, y a sus 36 años ve cómo se apaga el sueño de las 100. Ese bandazo le restó un triunfo en el Giro en 2019. Los sprinters están bajo lupa. También fue sancionado Coquard, que con una acción similar tapó a Ben Turner, ganador de la cuarta etapa, y a la vez a su compañero Stanislaw Aniolkowski. Viviani, que se hizo ciclista por Pantani, ha levantado los brazos en las tres grandes y es campeón olímpico en pista.
Desde que nació, en 1935, la Vuelta a España ha mantenido su flechazo con Zaragoza. En aquel primer paso, precario y por carreteras sin asfaltar, encandiló a los aficionados. Paralizó el país. En mayo de 1958, La Vuelta pasaba por la ciudad maña camino de Pamplona. En la basílica de Santa Engracia, el ciclista Rik Van Looy vio a unos novios a las puertas de la iglesia y juró que si ganaba se la iba a dedicar. No falló el belga. Tampoco lo ha hecho Philipsen, cumpliendo los pronósticos de que es el rey de las escasas volatas de La Vuelta.
El virus sigue cobrándose víctimas
Al primer paso por la meta, George Bennett decidió bajarse. Había estado en las dos caídas que ha habido en lo que va de Vuelta y estaba machacado por los dolores. Antes, abandonaron Fagundez (Burgos) y Oliver Knight (Cofidis), enfermos por un virus estomacal que ya ha mandado a casa a diez ciclistas.
Los demás se quedaron para acabar otra etapa vacía. Sin viento. Con la única aventura de tres ciclistas españoles. Un aragonés, un valenciano y un murciano. El local, Sergio Samitier, de Barbastro, necesitaba una revancha. El viernes se le escapó la fuga que llegó a Cerler, donde sus vecinos se instalaron en una de sus curvas. Le siguen. Estuvieron en la salida en Monzón y en el paso por Barbastro. «No ganaré lo que gane Pogacar, ni Ayuso, ni Vingegaard, pero ojalá quisieran ellos tener la afición que tengo yo. Estoy muy agradecido».
Le acompaña Joan Bou (Caja Rural) y Jose Luis Faura (Burgos Burpellet), que aprovecha la jornada tranquila para estudiar cómo se corre en una escapada de una gran vuelta. El murciano, de Pliego, llegó al ciclismo de carretera más tarde de lo habitual. Primero porque lo dejó. No tenía con quien salir en bici y su entorno le advertía. «La carretera es peligrosa». A los años volvió, pero con la bicicleta de montaña. Pero su atención estaba en los estudios, en finalizar el grado universitario en Ingeniería Química. Cuando ya solo le quedaba el trabajo final, salió a la carretera en el equipo de Valverde. Buen mentor.
Faura fue el primero en ser capturado pero su fuga no acaba ahí. El virus que acecha al pelotón se está ensañando especialmente con el Burgos. Tienen que dormir separados. Como en otros tiempos. Los del covid. En esa Vuelta bucólica de octubre descorchó por primera vez el champán Jasper Philipsen. En 2021, también hizo doblete. Ahora, el 'hat-trick' le pilla lejos. Pocas opciones en la segunda semana. La primera acaba el domingo en otra jornada monopuerto con final en alto en Valdezcaray. Landa dice que lo «intentará» con la boca pequeña. Le duele la espalda. «Está flojita y su forma de protegerse es contraerse». Consecuencias de la caída del Giro. Se acerca a casa, a su tierra. «Mañana estaremos cerca y hay ganas de intentarlo».
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