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Iván Basso junto a Alberto Contador.
Basso, la sonrisa eterna
análisis

Basso, la sonrisa eterna

Ver al italiano explicar su situación dándole ánimos a Contador, será un momento imborrable

Benito Urraburu

Lunes, 13 de julio 2015, 19:24

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Pau es uno de esos lugares que en el Tour de Francia siempre anuncian 'tormenta'. Desde el abandono de Bernard Hinault vestido de amarillo, pasando por el anuncio del positivo de Iban Mayo, la expulsión del Tour de Michael Rasmussen, la también expulsión de equipo Astana, con Vinokourov al frente, el positivo de Fran Schleck...y el abandono de la carrera de Iván Basso por una cáncer de testículos.

Verle al corredor italiano explicar su situación con una media sonrisa en la cara, forzada, dándole ánimos a Contador y explicando lo que había pasado, será uno de esos momentos que se nos quedarán grabados para siempre. Contador no sólo pierde un gregario -una palabra que suena horrible-, sino un amigo, el ciclista que le aporta serenidad, el corredor y la persona que logró resurgir de las cenizas de la 'operación Puerto', la voz de la experiencia en carrera, a pesar de que sus fuerzas, camino de los 38 años, no son las de sus grandes momentos.

Basso estuvo hundido, fuera del ciclismo, y entre un mánager inteligente, Giovanni Lombardi, el mismo hace un tiempo de los Schleck, y ahora de Sagan o Majka, entre otros, y un país que le doraba, Italia salió adelante. Fue un ejemplo de cómo hacer bien las cosas, de no hundir en la miseria a una persona y pasar página, una vez concluida su sanción por dopaje.

Todo muy diferente a lo que se hizo en otros lugares. Basso vuelve a pegarse contra el muro de la vida. Unas molestias desde hace días, unos dolores, un médico, un hospital, un cáncer de testículos. Lo afronta de frente, sabedor de que esa batalla, una más, también la puede ganar. A Contador le tembló la voz cuando habló de Basso. No hubo rueda de prensa.

El equipo Tinkoff se ha llevado un golpe muy duro. No es una carrera perdida, no es una caída, es un compañero que llevaba tiempo corriendo enfermo sin saberlo. El ciclista de Gallarate ha pasado por todo: fue un ídolo, la figura de un ciclismo que cuida a sus campeones, luego un apestado, más tarde un resucitado y ahora lo que llega es algo más serio. La entereza con la que habló mostró a una persona que sabe lo que es plantarle cara a la vida, sortear las dificultades.

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